Kiara es la princesa del clan de la luna llena y una mujer lobo, sus padres lobos del más puro linaje, tuvieron tres hijas más, siendo kiara la primogénita y heredera al trono, aunque la tradición es que el primer macho sea el heredero, al tener solo hijas hembras se tomó la decisión de que Kiara fuera la heredera, convirtiéndose en la soltera más codiciada del país. Pero, como siempre, hay una condición, igual que cualquier otro heredero para reclamar la corona debe casarse con un lobo de sangre real o a Lo menos un Alfa, todo iría perfecto si no fuera que se enamoró de un beta, el rango más bajo en la jerarquía de los hombres lobos, un simple jardinero sin ningún futuro. ¿Podrá este romance sobrevivir a los prejuicios sociales y juicios de los clanes de hombres lobos?
El clan luna llena era el más poderoso entre todos los clanes de hombres lobos, no solo en cuanto a poder físico y político, también poseía magia, cosa que sólo los miembros Alfa de la realeza poseían.
Kiara era la hija mayor del rey del clan luna llena, Máximo, ella poseía la magia de sanación, una de las formas de magia más valorada ya que, además de sanar a otros era capaz de sanar sus propias heridas y enfermedades, lo que la hacía prácticamente indestructible y una de las lobas más fuerte de la manada a pesar de que tenía vagos conocimientos de lucha.
El rey Máximo y su esposa Victoria tenían 4 hijas, Kiara, Luna, Gloria y Selene, por lo que al no tener ningún heredero varón Kiara era la próxima matriarca de reino de Ulvania, la heredera al trono, claro que para hacerlo debía encontrar un lobo alfa con el cual contraer matrimonio ya que el hecho de que una hembra reinará sola era algo impensable.
El problema era que no había mucho de donde elegir, ya que los lobos y lobas Alfa eran aquellos que pertenecían a la realeza y los más altos rangos de la aristocracia, todos los demás eran lobos betas que estaban al servicio de los lobos Alfa.
El propósito de los Alfa era cuidar y educar a los betas para que pudiera hacer bien su trabajo y El propósito de los betas era servir y complacer a los Alfas, no importaba si se conocían o no, esa jerarquía se debía respetar. Podías reconocer a un Alfa fácilmente, ya sea en su forma de lobo u humano pues tenían un hermoso pelaje plateado o blanco y siempre vestían de forma ostentosa y elegante.
La princesa Kiara tenía un hermoso pelaje blanco y siempre usaba un collar de oro con un diamante circular, como una luna llena, en el medio. En su forma humana tenía una tez pálida como la luna, una cabellera larga, lisa y blanca, siempre usaba vestidos de seda largos lisos o esponjosos, pero lo más importante era su bello corazón, gentil, amable y compasiva. Una vez a la semana salía del castillo e iba en busca de los enfermos más graves del pueblo para sanarlos y si le quedaba tiempo también sanaba alguna dolencia de menor importancia.
Al padre de Kiara no le gustaba que saliera así de palacio ya que lo consideraba peligroso.
-Ya tienes que dejar de exponerte así, esos betas no valen la pena el riesgo- Le dijo su padre un día mientras cesaban.
-No hay riesgos padre, los betas solo son lobos como todo el mundo, además si yo no les ayudo ¿Quién lo hará? Hay enfermedades que no son curables con medicina tradicional, sólo pueden sanar con magia.
-Sí y para eso existen las audiencias mensuales.
-Eso no es suficiente- Insistió Kiara.
-Bueno, al menos deja que un par de guardias te escolten- Respondió el rey, kiara puso los ojos en blanco- Insisto, de lo contrario ya no tendrás permiso para bajar al pueblo.
-¡Pero padre!
-Ya dije, es mi última palabra, además hay cosas más importantes en las que pensar.
-¿Ah si? ¿Qué sería más importante que la salud de un lobo?
-Tu futuro esposo, por ejemplo- Dijo el rey Máximo, Kiara se atoró con el pedazo de carne que comía.
-¿Esposo?- Dijo ella algo sorprendida.
-Sí, ya vas a cumplir 18, tienes que encontrar un esposo antes de los 19.
-Yo no quiero un esposo, tengo todo el conocimiento necesario para reinar por mi cuenta.
-Sabes que eso no pasará- Respondió el rey.
-¡Pero padre!...
-No se hable más, después de tu cumpleaños 18 organizaremos un evento para que puedas conocer a los solteros disponibles de la realeza de los reinos vecinos.
-¿Solo de la realeza?- Dijo Kiara- ¿Qué tal si me enamoró de alguien que no sea de la realeza? ¿Qué tal si me enamoró de un aristócrata beta o alguien más?
Su padre soltó una carcajada.
-No me hagas reír, hija, ¿Por qué alguien como tú...?- Empezó a decir, luego se interrumpió- Espera, no me digas... No me digas que ya hay alguien que te gusta.
-No, no lo hay... pero podría ¿Por qué mis opciones tienen que ser de gente que jamás he visto en mi vida?
-Para eso es el evento- Respondió el rey, kiara suspiró, sabía muy bien que cuando a su padre se le metía una idea en la cabeza no había quien se la sacara de ahí.
-Si no hay más remedio... ¡Pero no dejaré de ir al pueblo a sanar a los beta!
-Eres igual de terca que tu padre- Dijo Máximo con una sonrisa- Está bien, pero un guardia te acompañará para tu seguridad.
-Bien... Algo es algo...- Respondió ella encogiéndose de hombros, aunque secretamente empezaba a hacer un plan para perder al guardia en el camino.
El resto de la noche Kiara lo pasó en su cuarto, cuando Luna tocó la puerta y entró muy acongojada.
-Kiara, kiara, ven, es selene- Exclamó.
-¿Selene? ¿Qué pasó con ella?- Respondió preocupada.
-Se ha roto una pierna- Dijo directamente Luna- Ven, tienes que ayudarla- Dijo tirando del brazo de su hermana.
-Por supuesto, pero dime, que pasó.
-Resulta que estaba practicando su magia de transformación y en uno de los cambios hubo un problema con su pierna al hacer la metamorfosis.
-Entiendo, son cosas que pasan, menos mal estaba acompañada.
Ambas corrieron al jardín interior de palacio, ahí, sentada en una fuente estaba Selene llorando, sus risos plateados se movían ligeramente de un lado a otro mientras sollozaba.
-Selene, preciosa, ¿Qué te pasó?
-Estaba cambiando de forma a un cocodrilo y luego, cuando volví mi patita no quería crecer y se quebró- Dijo mostrándole su pierna izquierda que tenía la mitad del tamaño que la derecha y también algunas escamas y garras- Me duele mucho, tu puedes curarme ¿cierto?
-Sí hermanita, no te preocupes de nada- Dijo Kiara, tomó la pierna de su hermana en las manos, el diamante de su collar empezó a brillar y deslizando sus manos suavemente por la pierna logró que volviera a su estado natural.
-¡Gracias! ¡Gracias kiara!- Dijo dando un salto colgándose de su cuello, Selene era alta para su edad, así que no le costaba trabajo abrazar su cuello, tenía ocho años y ya le llegaba casi al hombro.
Estaban todas las hermanas reunidas, Gloria era una niña de 11 años, un poco pasada de peso con el cabello liso color plata que le llegaba al hombro y tenía la habilidad de no solo leer la mente, si no también de manipular los pensamientos de quien quisiera aunque esa parte aún no lograba controlarla, luego estaba Luna, la segunda hermana, ya tenía 15 años, tenía pelo ondulado hasta el codo y su madre ya le había empezado a hablar de pretendientes y su futuro matrimonio pero ella prefería pasar sus días en el bosque donde podía aprovechar sus habilidades para manejar los elementos de la naturaleza, era una de las hermanas más fuerte junto a kiara y juntas eran prácticamente invencibles, Luna tenía una de las magias de ataque más poderosas, mientras el poder curativo de kiara las hacía intocables. Afortunadamente no habían tenido que poner sus habilidades a prueba en alguna batalla.
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