Eliana ha vivido toda su vida rodeada de lujos, pero estos no compran el amor. Cuando una serie de eventos trágicos la hacen irse de casa, llega a un sitio en el que cree haber encontrado la felicidad. Y cuando los desastres continuan rodeando su vida, es alguien de su pasado el que llega para ponerla a salvo.
Eliana Román se miraba en el espejo de su habi-tación. Desde niña pensó que el dÃa de su boda seria quizás, un dÃa especial. Anheló estar en el altar al lado de su amigo de infancia, del amor de su vida.
Sin embargo, las cosas no resultaron asÃ, aquel evento no era algo que se llevaba a cabo por amor, pero era lo mejor si se tomaba en cuenta la vida que llevaba junto a su madre.
Una lágrima se le escapó mientras acariciaba los pliegues del vestido de novia. Nadie podÃa convencer-la de no casarse, con esa boda su madre la dejarÃa en paz.
Mirando a su alrededor sonrió un poco, su habi-tación era bastante sencilla, una cama, un tocador y su escritorio. Nada extravagante, de hecho, aquella habitación era igual que ella, sencilla. Aunque para su madre la palabra sencilla no describÃa a la habita-ción...mucho menos a Eliana, para ella su hija era una simplona. Eliana siempre supo que su madre sentÃa vergüenza de ella, aunque jamás comprendió por qué.
Cuando cumplió 10 aceptó que nunca la querrÃa y a los 14 empezó su pesadilla. Por eso dejó de tratar de agradarle y se dedicó a sobrevivir.
Dejando eso aparte, Eliana observaba su celular, se sentÃa nerviosa pues querÃa...necesitaba hacer esa llamada y escucharlo antes de unir su vida a la de otro hombre.
...Uno, dos, tres timbres y ahà estaba...esa voz... él dueño de su corazón.
-Hola Antonio.
-¡Eli, me sorprende tu llamada! Tenemos ya va-rios meses sin hablar.
-Antonio, hay algo que debo decirte... -sonaba tan tensa que era sorprendente que Antonio no se diera cuenta-
-Eli, dime que me perdonas, que mis errores del pasado ya no evitarán que estemos juntos.
-¿Juntos...?
¡¡Nooo!!¿por qué le salÃa con eso ahora?
-Si Eli, nada nos separará ya.
-¿Por qué no me dijiste esto hace unos meses...? ¡Dios! ya no puedo dar marcha atrás.
-¿Marcha atrás? Eli, pequeña, te tengo grandio-sas noticias, luego me explicarás de lo que sea que estás hablando.
-Yo también te tengo noticias, verás, hoy es el dÃa de mi boda.
Silencio al otro lado de la lÃnea
- ¿Antonio, estás ah�
- ¿Tu boda? ¿De qué mierdas hablas? Eli, regre-so pronto al paÃs, te amo. No sabÃa que tenÃas novio.
-No tenÃa novio, es un amigo de varios meses que me ha pedido que nos casemos y la verdad es que mi vida en casa es tan dura que prefiero irme con él. ¿Y cómo podrÃas tener idea de si tengo novio o no? No hablamos hace mucho tiempo...
...A menos que mi abuelo siga de alcahuete con-tigo, diciéndote lo que no deberÃa.
-¿Cuál es su nombre, pequeña? DÃmelo por fa-vor.
¿Qué demonios importaba su nombre? pensaba Eliana. Jamás acabarÃa de entender a Antonio
-Michael Thompson...
-Michael Thompson... ¡no con él no!
-¿Qué diablos te pasa?
-Odio pensar en lo que te hice, no estuve ahà pa-ra ti y por eso estás con él. No lo hagas, perdóname, Eli, estamos hechos el uno para el otro. Fui un idiota de primera, no lo puedo negar. Tampoco puedo espe-rar que corras a mis brazos, pero dame tiempo para mostrarte cuán grande es mi amor por ti.
-No puedo Antonio, sencillamente no puedo perdonarte. Mi vida ha sido un infierno y esperé que estuvieras ahà para mÃ. Pasaron cosas tan aberrantes de las que ni siquiera tienes idea- Eliana gritaba his-térica-
-Cariño, cálmate un poco, ¿de acuerdo? sé que te fallé cuando más me necesitabas, pero no te cases, menos con él, no es quien dice ser.
-Ni siquiera quiero saber de dónde lo conoces, solo quise escuchar tu voz. Te extraño muchÃsimo, pero esto es lo mejor. Necesitaba despedirme...
-Pequeña, por Dios recapacita.
- Adiós.
-Eliana, no me cuelgues.
Cuando Eliana le colgó, Antonio empezó a cami-nar desesperado, tenÃa tanta ira que empezó a arrojar lo que tenÃa a mano, ella no podÃa casarse, menos con ese imbécil que la querÃa para dañarla, él lo sa-bÃa. Tomó el teléfono y llamó al padre de Eliana.
-¿Si, diga?
-Ethan esa boda es un error.
-¿Antonio? Pero muchacho has desaparecido de la vida de Eliana desde hace mucho, es una joven atractiva, no puedes creer en serio que tienes poder sobre sus decisiones.
-Ethan, me importa una mierda como vas a lo-grarlo, no dejes que tu hija se case. Ella me ama, es un error que va a ser catastrófico, debes evitar esto.
-Al inicio pensé que era un juego, es decir, mi bebé ya llegaba a los 25 y como no lo ama creà que era algo pasajero, simplemente asumà que estaba es-perándote. Sin embargo, ha seguido adelante con la boda, no puedo forzarla a nada. Lo siento.
-Le fallamos mucho y ella parece un animal he-rido, se refugia en Michael, pero no debe hacerlo.
-Lo lamento muchacho, no hay nada que hacer.
Antonio miraba fijamente el teléfono cuando Et-han lo colgó
-Maldición, la perdÃ, la perdÃ...
Antonio caminó por la habitación, se sirvió un trago y arrojó el vaso contra la pared.
Ajena a toda aquella conversación, Eliana conti-nuaba cepillándose el cabello, de pronto sonó un golpe, su abuelo Peter se quedó contemplándola des-de la puerta, se veÃa melancólico y triste. Se sentó en la cama junto a Eliana y colocó en la mesa un sobre de manila bastante abultado, Eliana lo miró, pero no preguntó nada.
-Me duele verte asÃ, mi niña.
-No te entiendo abuelo.
-Casándote para huir, deberÃas ir al altar con el amor de tu vida y en parte soy culpable por no tener mano dura con mi hijo, porque él le permitió a tu madre tratarte mal siempre.
-No estoy huyendo, al menos no en el sentido li-teral de la palabra.
¡¿qué demonios les pasaba a todos hoy?!
-Soy tu abuelo y te conozco, tu padre ha sido egoÃsta, tu madre es una usurpadora que te ha teni-do encerrada en casa toda tu vida.
-¡¡¡Abuelo!!!
Eliana veÃa a su abuelo bastante alterado, pero aun asà no podÃa faltarle el respeto a su madre, no era correcto, por eso le puso la mano en el brazo y le dio unas palmaditas mientras movÃa la cabeza de un lado al otro.
-Recuerda que es mi madre y aunque no me tra-te como quisiera le debo respeto. Deja de ser tan gruñón que me pones más nerviosa.
-No me regañes chiquilla que deberÃa ser yo el que te reprenda. Además, sabemos de las preferencias de tu futuro esposo y este con tal de no perder su dinero te mete la loca idea de que deben casarse para mantener feliz a su padre. Debes atarte a él dos años y si en ese periodo de tiempo conoces a alguien perderás la oportunidad.
Ahora, si fuese un amigo de toda tu vida lo en-tenderÃa, pero solo le conoces desde hace seis meses, Eliana este va a ser un error muy grande.
-Abuelo, he recibido muchas bendiciones, no fui a la escuela normal pero no he dejado de conocer gente. Aunque ya casi tengo 25 siempre me dije que me irÃa de casa cuando llegase el dÃa de mi boda, dé-jame vivir este momento tan feliz. A él lo quiero. No somos amigos de infancia, pero no veo lo malo, mi vida a su lado no puede ser peor que al lado de mi madre.
-¿Y Antonio?
-¿Qué con él? No empieces abuelo, él está lejos, muy lejos del paÃs, de mi vida...
-Pero no de tu corazón.
Otros libros de Cassandra Hart
Ver más