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El morboso sonido del choque de dos cuerpos sudorosos llenaba las paredes de aquella oficina, Alexandro sujeta el culo de la joven que se encontraba delante de él, aprieta la redondes de aquellas nalgas hasta que sus dedos se marcan para luego oírla gemir de placer.
-Vamos nena, gime más fuerte para mí, quiero que grites mi maldito nombre mientras penetro tu vagina.
-¡Ah! ¡Ah! Si, más, más, por favor señor Alexandro.
-Eso me gusta...
El rubio separa un poco más los muslos de esa chica y empieza a penetrar su vagina con más fuerza, el escritorio se movía de un lado hacia el otro provocando que las patas chirriaran. Sin embargo, eso no lo detuvo y continúo embistiéndola.
Baja la mirada para ver como su pene entra y sale de la vagina de aquella rubia, sonríe al mismo tiempo que la sujeta por su larga cabellera amarrilla para inclinar su cabeza hacia atrás.
-¡Ahh! -la rubia gime de placer al mismo tiempo que mantiene los ojos cerrados.
-¿Eres mi perra?
-¡Ah! Si, si...
El sujeto posiciona una mano en la cintura de ella al mismo tiempo que la tiene agarrada por el cabello, baja la mirada cuando siente que estaba por eyacular, de pronto la rubia comenzó a gemir con insistencia.
Él acelera las penetraciones justo cuando ella comienza a gritar como una desquiciada, Alexandro le suelta el cabello justo cuando siente la sensación de llegar. Retira su pene de la vagina de ella y termina por derramar su semen sobre las nalgas de ella.
Entre abre sus nalgas para que los fluidos blanquecinos de su esperma se deslicen hasta su culo, observa como el líquido se corre mientras que él termina masturbando su pene para sacar las ultimas gotas.
-Joder -jadea soltando el aliento -. Que buena cogida, nena.
-¡Aahh! Usted es increíble -musita acostada sobre el escritorio.
-Si, todo muy bien, pero ya debes irte. Tengo trabajo en el que ocuparme-añade al mismo tiempo que sube sus pantalones mientras que observa el trasero de esa chica.
La ve tomar su ropa para vestirse rápidamente, él mira sus curvas al mismo tiempo que afina la mirada, de la nada de un paso hacia ella, pero el sonido de su teléfono interrumpe sus intensiones de alargar aquel encuentro.
-Diga -responde mirándole el culo a esa rubia -. ¿De nuevo? ¿Qué demonios están haciendo ustedes? Por lo visto que un mal trabajo, son unas cuerdas de idiotas -frunce el ceño-. Estaré allá en 30 minutos.
Cuelga la llamada para luego mirar a la rubia quien ya estaba completamente vestida, ella voltea para verlo.
-Te vere la próxima semana.
-Por supuesto que si -se aproxima a él para plantar un beso en los labios del rubio.
Alexandro niega para luego coger sus llaves una vez que la joven abandona su oficina, mira la hora en su reloj y maldice internamente, era muy tarde.
[...]
Concentrado en la junta, Paolo Scarton observa fijamente la pantalla que le estaban mostrando en ese momento. El CEO frunce la mirada cuando mencionan unas palabras que no le gustan, automáticamente el sujeto que daba la charla la nota.
-Se que puede no parecerle apropiado señor Scarton, pero le aseguro que la inversión vale la pena.
-¿Cómo podría? Es muy probable que pierda muchas de mis maquinarias y eso no me agrada. Bien me conoces, soy un hombre que le gusta ganar y no perder.
El sujeto se atiesa cuando lo oye, entiende que su propuesta es propensa a perdidas, pero consideraba que era una buena inversión.
-Si nos apoya, podría generar mucho dinero señor Scarton. En estas tierras podemos conseguir mucho oro.
Paolo se cruza de brazos al mismo tiempo que observa a ese sujeto que no le daba mucha confianza, su propuesta no era mala, sin embargo, no podía arriesgarse a tener perdidas tan grandes como esa.
Ese terreno que le estaba mencionando lo conocía bien, era un sitio muy peligroso tanto para sus maquinarias como para los empleados. Podría ocurrir muchos accidentes.
-Le pido que al menos se lo piense, señor Scarton.
-Muy bien -se pone en pie -. Mi secretaria le estará llamando en caso que lo haya pensado cuidadosamente.
El sujeto asiente mostrándose algo decepcionado, sin embargo, a él le importaba una mierda si no le agradaba su respuesta. A fin de cuenta era él el jefe y era quien tomaba la última decisión.
-Le informare cualquier decisión -Paolo estrecha la mano del cliente justo cuando Alexandro ingresa en la oficina, el CEO afina la mirada al verlo llegar.
-Muchas gracias por recibirme.
En cuanto amigos se quedan solos es Alexandro quien mira a Paolo con expresión ceñuda al mismo tiempo que señala la puerta.
-¿Qué ha sido todo eso?
-No es nada, lo he despachado.
-Paolo, la propuesta de ese sujeto es bastante buena -el castaño lo mira de reojo mientras que se sirve una taza con café.
-¡Eso ya lo se! Sin embargo, no me gusta la idea de perder dinero.
El rubio niega rápido, no podía creer lo que estaba oyendo. Había estudiado mucho aquella propuesta, y sin duda alguna era una gran oportunidad para la compañía. Si las excavadoras de la compañía logran extraer oro de esas tierras, ellos se convertirían en las personas más poderosas de la ciudad.
-No pretendo exponer a mis empleados y mis maquinarias. Estoy seguro que conoces los riesgos.
-Si, pero...
-Basta de esto Alexandro, ¿Dónde demonios estabas? -pregunta para luego darle un sorbo a su café -. Estuve esperándote por mucho tiempo, ¿Qué hacías? ¡Follandote a una de las empleadas de mi empresa!
-Como se te ocurre...
-No me importa a quien te cojas, lo único que me interesa es que atiendas tus asuntos en esta compañía, ¿lo entiendes?
El rubio asiente rápido al percibir el tono cabreado de su amigo, endereza su cuerpo mostrándose serio.
-No volverá a pasar, ahora debo irme, algunas de las maquinarias están teniendo problemas.
-Entonces, ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
-Bien, bien, ya me voy... ¿esta noche en el club? -Alexandro sonríe.
Paolo asiente aun sabiendo que le molestaba saber que su idiota socio hacia aquello por una cosa, se aferraba en que se acostara con cuanta mujer que se le cruzaba por el camino, sin embargo, era un hombre reservado y selectivo.
En un club nocturno no iba a conseguir a una buena mujer jamás...
No obstante, para salir de la rutina de la oficina y casa, asistía de vez en cuando al club para distraer la mente de su trabajo. El castaño mira hacia la enorme vista panorámica mientras bebe su café. La enorme ciudad estaba ante él.
[...]
-No puedo Claudia, ¿te has vuelto loca?
-¿Cuál es el miedo? No pasara nada, tus padres no tienen por qué enterarse de que vamos a salir.
-¿Y como supones que nos vamos a escapar a esa hora?
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