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- "Natasha, el jefe te llama", dijo Norton.
- ¿Qué quiere? - preguntó ella con curiosidad, levantando la cabeza e interrumpiendo su lectura.
- No me lo imagino -dijo él. - Pero adelante, dímelo -pidió con un guiño.
Natasha se dirigió al despacho del Director y llamó a la puerta.
- Adelante. - Oyó una voz al otro lado de la puerta.
- Buenos días. - saludó mecánicamente.
- Hola, Natasha. Toma asiento.
Natasha se acomodó en la mullida silla frente a su escritorio.
- Bueno, Natasha, creo que tengo un artículo muy importante para ti. Quizá esta sea la oportunidad que estabas esperando.
- ¿De verdad? - preguntó ella, inclinándose hacia delante en la silla, muy interesada.
- Sí.
- Cuéntamelo luego -pidió entusiasmada, casi sin esperar lo que él diría.
- Dejé en tus manos la historia del último viaje del tren azul.
- ¿Cómo? - preguntó incrédula.
- Así es - dijo el hombre emocionado.
- Pero esta no es la oportunidad que estaba esperando... Este artículo no me ayudará en nada.
- ¿Cómo podría no hacerlo? Este tren es el medio de vida de mucha gente, ¡señorita!
- ¿Y cómo me ayuda esto, Jonas? Usted sabe que este tren ya no tiene ninguna importancia. ¿Qué importancia tiene para la gente un tren que dejará de circular en el año 2000? Lleva circulando desde 1911... casi un siglo desde que este viejo ferrocarril unió los dos estados. Seamos sensatos: el hecho de que deje de funcionar no cambiará en nada la vida de la gente. Ya casi nadie lo usa.
- Natasha, eres periodista. Trabajas para este periódico y tienes que cubrir cualquier noticia que tu jefe considere importante. Sabemos que la historia no siempre es importante... A veces hay que retocarla un poco para hacerla más interesante -dijo con suavidad, tratando de no herir sus sentimientos.
- Jonas, ¡mírame! Estudiamos juntos en la universidad y hoy eres mi jefe y no consigo llegar a ninguna parte porque parece que no hay oportunidades. Me siento mal. A nadie le importa mi espalda. A veces incluso pienso que trabajo en el periódico Expresso sólo para escribir cosas que nadie lee para una columna que el dueño del periódico se empeña en no querer extinguir por puro capricho.
- Trata de inventar una buena historia, Natasha. Tienes que impresionar a tus lectores.
- Por favor, no quiero hacer esta historia. No creo que me haga ningún bien: ni personal ni profesionalmente.
- Natasha, necesito a alguien en el último viaje del tren azul. Eres la única aquí que tiene tiempo libre y sólo escribe para una columna. Es más, siempre me pides que me acuerde de ti cuando tengo algo diferente. Estoy seguro de que te estoy dando una oportunidad, sí. Si no lo ves así, tómatelo como una petición especial. Te quiero allí.
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