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Estaba emocionada, finalmente faltaba poco para mis muy esperadas vacaciones, podríamos descansar de toda la locura del año y los muchos dolores de cabeza que pasamos ¿Quién diría que el último año de secundaria costaría tanto?
Nos habían dicho que sería el año en el que más disfrutaremos, que las únicas preocupaciones que tendríamos sería organizarnos para asistir a todas las fiestas, aunque la realidad había sido totalmente diferente, pero no fue porque no tuvimos la oportunidad sino porque no descuidaremos nuestras vidas escolares por algo tan absurdo como irnos de juerga.
Mis amigas y yo teníamos planes para el futuro y eran sueños que no echaríamos a perder por disfrutar de un último año cuando bien lo podríamos hacer al finalizar las clases. La universidad nos esperaba y por lo menos yo, necesitaba de las buenas notas para obtener la beca completa.
Pero a pesar de no haber disfrutado el año, con las chicas decidimos organizar algo digno para nuestro verano. Unas vacaciones en la playa donde pasaremos el mayor tiempo posible, incluso si teníamos suerte podríamos vivir alguna aventura de verano.
– ¡Chicas repasemos! – Cony nos gritaba con su pequeño cuaderno rojo en mano.
Constanza Meyer es una de mis mejores amigas y también la más insufrible de ellas. La chica tenía un trastorno compulsivo obsesivo con las listas y tenerlo todo organizado y chequeado en su bendito cuaderno, era algo vital para ella. En nuestro grupo de amigas ella cumplía el rol de madre ya que era la que nos cuidaba y nos recordaba las cosas importantes de las cuales no debíamos olvidar.
– Amiga ya lo repasamos ayer... – digo algo cansada, necesitaba dormir la siesta para poder dirigirnos luego a nuestro viaje.
La noche anterior nos habíamos desvelado organizando todas las cosas que necesitaríamos en la playa, por supuesto la única que había tenido todas las cosas preparadas y listas desde hacía un par de días fue Cony, pero junto con Anabelle somos expertas en dejar todo para último momento.
– Pero ayer no llamé para confirmar la cabaña, hoy sí.
– Bueno, pero era lo único que faltaba puedes tacharlo de tu lista y ya está. Ahora quiero que te calles porque me dormiré y más vale que lo haga si no quieres terminar debajo de un camión durante el viaje.
Sí, sabía estaba siendo un tanto ruda con mi amiga, pero tenía sueño y cuando me encuentro cansada tengo un muy mal humor. Debía dormir porque yo soy la conductora designada y nadie más manejaría por mí. Debía de entenderlo si pretendía llegar sana y entera a destino, además era la única con permiso de conducir, como no tenía opción debía de respetar mi decisión.
La conocía lo suficiente igual a Any sabía que apenas nos pusiéramos en marcha e hiciera un par de kilómetros caerían rendidas y me dejarían sola y aburrida todo el camino. Siempre hacían lo mismo, soy la conductora asignada desde que obtuve mi permiso y siempre nos transportaba a todas partes, por lo que conocía mejor que nadie sus hábitos. Aunque esta sería nuestro primer viaje por ruta donde nos alejamos bastante de la ciudad, debía de estar muy descansada y despierta en serio, porque no solo me encontraba exhausta también estaba nerviosa por el viaje.
– Cony – dice Any con su voz suave tratando de calmar la situación – Arami tiene razón, debemos dejar que descanse, podremos dormir en el auto.
“Ya lo sabía” pienso frustrada.
Cony asiente, muy poco convencida, pero con su ceño desapareciendo rápidamente, me mira, me sonríe y sigue anotando cosas en su cuaderno. Era increíble el poder de manipulación que Any tenía sobre nosotras, ella siempre lograba conciliarnos cuando algo ocurría. Siempre creíamos que sería una asombrosa abogada ya que siempre encontraba la forma de solucionar cualquier problema que surgía ya sea en el círculo de la amistad como fuera de esta.
– Ok, vayamos a la sala entonces.
Luego de mi merecida siesta decidimos ponernos en marcha e irnos finalmente. Agradecí que las chicas cargaran todas las cosas en el auto mientras dormía por lo que no debía preocuparme por ese detalle, fue incluso mucho más fácil y rápido iniciar el viaje cuando llegó el momento.
La idea era poder llegar al atardecer o empezando la noche así podríamos llegar a instalarnos y dormir. El viaje llevaría un par de horas y no tenía en mente ir a gran velocidad, total los lugares que habíamos planeado visitar solo las podríamos hacer en el día.
Una vez en marcha las cosas fueron tranquilas, cuando ya estuvimos bastante alejadas de la ciudad ya me encontraba sola, tal y como lo predije. Mis amigas dormían como unas morsas, no tuve más remedio que poner algo de música para que pudiera acompañarme en el resto del viaje y fuera mi compañera de ruta.
Tras hacer unos kilómetros en paz disfrutando de la soledad en la ruta agradeciendo el haber decidido viajar en este horario porque no se encontraba nadie y nos evitamos inconvenientes, iba escuchando Maroon 5 y cantando todas las canciones hasta que en un minuto una camioneta se nos adelantó.
¿El problema?
El imbécil se colocó justo enfrente mío no permitiendo que pudiera acelerar, tras mantenerse de esta manera unos minutos aceleró, pero luego cuando iba a sobrepasarlo se colocó a mi lado. Por un momento tuve miedo, mil cosas se me aparecieron en la mente. Por impulso aceleré, cuando creí haberlo dejado atrás resulta que no fue así. Lo tenía pegado en la parte de atrás.
Ya el miedo había abandonado mi cuerpo, no. Lo que sentía era una rabia infinita.
Durante toda esta absurda persecución me fue imposible verle el rostro al conductor, tenía los vidrios tintados. Entonces pensé, aunque no yo no pueda verlo él a mí sí. Mis vidrios no estaban tintados e iba con la ventana baja. Así que haría algo para quizás molestarlo también.
Me coloqué a la par suyo y bajé aún más los vidrios ya que quería que pudiera verlo bien, saqué la mano y les hice un gesto obsceno con mi dedo medio. Aproveché el momento justo en el que vi que bajaban la velocidad para acelerar con todo y finalmente dejarlos atrás. Lo cual pareció ser que funcionó ya que iba mirando y mirando en el espejo esperando verlos y no fue así.
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