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Operacion Dorado Canyon

Si por contrato, Amor inesperado.

Si por contrato, Amor inesperado.

MAINUMBY
Sofía está dispuesta a todo por proteger a su amiga Catalina, incluso si eso significa enfrentarse a Harry Meyer, el hombre equivocado... literalmente. En su prisa por impedir una boda que considera un error, termina ante Naven Fort, un poderoso y reservado empresario con un pasado tan misterioso como su mirada. Pero con Naven nadie se equivoca sin consecuencias. Él le ofrece a Sofía una solución inesperada: ayudará a separar a Catalina de Harry, a cambio de que ella se case con él. Veinticuatro horas. Ese es el plazo que Sofía tiene para decidir si firmará un matrimonio por contrato con un completo desconocido. Lo que empieza como un trato frío pronto se transforma en una convivencia cargada de tensión, química y secretos. Todo se complica con la llegada de la exnovia de Naven, una mujer decidida a recuperar lo que cree suyo. Entre verdades ocultas y malentendidos, Sofía empieza a preguntarse si su bondad la está condenando... o si, en medio del caos, podría encontrar el amor real.
Romance CEOMatrimonio por contratoAmor después del matrimonioDulce
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POLVO DE EL DORADO

 Amar o ser amado

Alberto Waldemar

DISEÑO DE PORTADA: Matisse Studio https://pixabay.com/es/

 D.R. POLVO DE EL DORADO

 Todos los derechos reservados. © 2019 Alberto Waldemar

Contacto:

@all_waldemar/twitter albertowaldemar/facebook.com albertowaldemar.blogspot.com @alberto_waldemar/instagram

 El copyright es propiedad exclusiva del autor y por lo tanto no se permite su reproducción, copiado ni distribución ya sea con fines comerciales o sin ánimos de lucro.

 Capítulo 1

Corría el año de 1911, era verano y hacía un calor infernal por todo el norte de la República Mexicana. Habían dado las diez de la noche y en el viejo pueblo de Magueyales ubicado al norte de Durango, todo lucía tranquilo y en paz; a excepción de la maltrecha cantina del centro del pueblo. Desde la calle se podía escuchar las risas y la algarabía de los hombres que allí se encontraban bebiendo. Don Cesáreo Ruiz dueño del negocio, servía tragos a sus clientes; mientras su hermosa, joven y recatada mesera Agustina -de acento español-, atendía las mesas. Las ganancias del viejo eran considerables, a pesar de su mala fama de rebajar los tragos con agua; mientras a la mesera le pagaba unos cuantos pesos. Ella por su parte, aunque le repugnaba el lidiar con borrachos, sabía que no podía abandonar su empleo pues necesitaba las monedas para sobrevivir.

Estando todo el mundo bebiendo, riendo y cantando corridos; hizo su aparición en la puerta de la cantina un extraño fuereño. El hombre vestido de negro, entró al negocio mirando todo con cierto grado de desconfianza, y recorriendo el lugar de lado a lado con su mirada. Luego de escupir la espiga de trigo que traía entre los dientes, se acomodó el sombrero y se dirigió a la barra. Se sintió un poco más relajado ya que al parecer, nadie lo había reconocido. Entonces pidió un trago, mientras veía a un grupo de hombres jugar al cubilete con algunos dados.

En el momento en que el forastero daba un sorbo a su bebida, un alcoholizado hombre quiso aprovecharse de la joven mesera, tomándola por la cintura.

—Te he estado echando el ojo desde que llegué lindura...Me gustan tus modos palabra ¿Qué hace una hermosa españolita como tú sirviendo tragos en un lugar como este?

— ¡Suélteme!

— ¡No te pongas rejega!

— ¡Que me suelte he dicho!

—¡No más tienes que darme un besito!

Justo cuando la mujer dio un grito sorprendida, el fuereño sin poderse controlar, estrelló una botella de cerveza en la cabeza del hombre; para luego sujetar del brazo a la mesera colocándola detrás de él.

Los seis compañeros del hombre que había caído inconsciente al suelo, quisieron cobrar venganza contra el forastero, arrojando la mesa al suelo y con ella sus tragos y las cartas de una baraja. Ante el escándalo la joven hizo por retirarse, pero el fuereño continuaba sujetándola del brazo.

— Tranquila bonita — le dijo sin siquiera mirarla. Luego le preguntó en voz baja —. ¿Tiene alguna botella en su mano?

— ¿Cómo?

— Esto se va a poner bueno y no traigo mi pistola... Sólo deme lo que traiga en su mano.

La joven incrédula le extendió la carta de una baraja. Al tomarla el forastero sonrió.

— Escuchen amigos... — dijo tratando de tranquilizarlos — ¿Van a defender a este infeliz borracho que los timó?

Ante la mirada de desconcierto de los hombres, el fuereño se inclinó hacia el hombre en el suelo, y fingió sacarle de la manga de su camisa una de las cartas.

Todo aquello dejó a los hombres confundidos en un principio, para luego sentirse estafados.

—¡Con razón nos había ganado la última partida este infeliz de Pascual! ¡Nos hizo trampa!

Pero luego uno de ellos reconoció que esa supuesta carta guardada era diferente al resto del mazo.

Viéndose descubierto, el forastero empujó a la joven hacia la barra y comenzó a hacerse a puñetazo limpio contra los hombres, desatando la pelea entre todos los clientes en la cantina.

Fue hasta que don Cesáreo disparó al aire su vieja carabina, que todos se tranquilizaron sorprendidos.

— ¡Salgan a pelear fuera! ¡Que van destrozar mi negocio! — sentenció el viejo sin soltar el puro humeante de sus labios.

Los seis hombres sacaron en peso al fuereño; y en un oscuro callejón le dieron una fuerte paliza dejándolo inconsciente.

— Y tú Agustina — dijo Cesáreo chiscando sus dedos — te me vas. No quiero más problemas aquí por tu causa.

— ¡Pero don Cesáreo por su mare! ¡No me puede echaa! ¡Vamoo que yo no he tenido curpa alguna en este lío!

— Nada. Te me vas muchacha.

Ella un tanto resignada salió del negocio. Justo en la entrada se encontró con otro hombre. Era alto, rubio, bien parecido y a juzgar por sus ropas, era de clase acomodada.

— ¿Qué fue lo que sucedió aquí? ¿Te encuentras bien? — le preguntó angustiado.

— Si Silverio.

— ¿Alguien se atrevió a faltarte? Porque si es así yo...

— No... Sólo me he quedao sin empleo.

— Ya veo... pero te recuerdo que tú no tienes necesidad de todo esto... Si tan sólo aceptaras mi ayuda... Yo podría...

— ¡No por favoo! ¡No insistaa maa Silverio...! Ya veré yo como salgo de too esto.

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POLVO DE EL DORADO

POLVO DE EL DORADO

Alberto Waldemar
Nadie puede advertir o preparar a su corazón sobre la llegada del amor, ni sobre los placeres ni los riesgos que esto puede implicar. Esto lo aprenderá la joven Amanecer Villarreal de una complicada y enredada manera, en medio de la inminente llegada de la revolución mexicana. Tratando de ocultarse
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Ella una dulce monjita huérfana. El su benefactor. Ambos destinados desde el mismo infierno.
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