Su media naranja
estado atención a las noticias sobre Edric; por eso
ija de un funcionario, tendré que comprarles un
a a regalar
Jordan y miró a Irene-. Te lo dejo a ti
ersona -se negó Irene de inmediato, pues era evidente que no estaba dispues
tisiete años y, sin embargo, no se arreglaba ni se maquillaba y tampoco tenía novio. Por eso, Jordan sintió una extraña repulsión h
do estuviera en el trabajo. Sin embargo, ella optó por desafiarlo y siguió causándole repulsión con sus anticuados lentes negros. «Elegiste
e el regalo, si no, voy a tener que despedirte -agregó Jord
de mala gana y dejó escap
o y aquella vez no fue la excepción. Como su fama de playboy era notoria, las mejores chicas del club los atendieron a él y a los clientes en una sala privada. De
o espero fue
cho, no vaya a ser que no pueda
puerta -prometió Irene y bajó la ca
tente tan fea? Parece un esperpento, ¿n
ostro es un fastidio -ac
aquel hombre gallardo de mediana edad, bajó la cabeza y se quedó mirándose los dedos de los pies. Era nada menos que Steven Cook, que estaba a punto de marcharse con su grupo, pero, como si intuyera que algo iba mal, de repente se dio la vuelta y miró a Irene. E
cuándo re
miró a Steven con indifer
ed que ver conm
ctitud hacia él no lo afectó en absoluto-. Papá lleva
ció hace mucho tiempo -replic
funcionario respetable, no podía darse aires de grandeza y ser
esposa y su cariñosa hija lo espera
le rogó alzando la voz y acerc
ven la sujetaba con tanta fuerza que no pudo soltarse del todo-
Ir
ando ustedes? -in