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Bajo su secuestro

Capítulo 2 La cita

Palabras:1188    |    Actualizado en: 22/07/2023

las miradas de los demás y quería concentrarme en lo más importante, la salida. Mi alarma de las seis en el

l botón de parada y

alle. Caminé lo más rápido que pude hacia el centro de convenciones. Emmanuel y Alex estaban esperando, e

sastre -agaché un poco mi cabeza por la vergüenza, tenía esa c

cabamos de llegar t

taurante quedaba cerca

n cuidado las luces del semáforo antes de cruza

pa, aunque mi amigo Emm

e me ha dado la oportunidad -dirigí mi mirada a E

oy de

conocieron?

ndaria -res

de diez años ya se lo puede considerar

cen -respon

rante de la esquina de enfrente. E

a mesa para nosotros cerca del mostrador, mie

e sabes lo que tu am

te da esos privilegios -respondió A

el cajero-. No pudo dormir la noche a

cajero nos preguntó si pediríamos juntos en una sola factura, le dije que no. Pedí mi

s gracias -añadió Alex al sentarse a lado de Emm

l país... -Alex me interrumpió en medio de

fue -dijo Emmanuel-. Como te habrás dado cuenta de que

é intentas deci

e, el brillo en sus ojos sigue sien

ex al sentarse a mi lado-. ¿Te importaría pasarme mi p

aci

chó después de tanto tiempo. Salimos del local y nos dirigimos al Malecón del Salado, me hubiese gustado negarme a irme con él, pero no pude resistirme, quería estar a su lado. Hicimos parar el primer taxi que se nos cruzó, él se ofreció en pagar la carrera, pero le in

trabajos pesados para las productoras

a comunicación a través de videollamadas -respondi

regunta te incom

ir del auto. Caminábamos rumbo al malecón cuando las personas que circulaban entre nosotros nos miraban disimuladamente. Una mujer pasó a mi lado empujándome con tanta fuerza que perdí el equilibrio y di un traspié, pero Alex me rodeó co

a! -gritó la mujer ataviada con una camis

en cuenta lo que la mujer había vociferado j

tenido que oírla -alejé

sordos -me ayudó a levantarme

, no tienes de

sonaba igual que un

jillas se ruborizaron y podía se

me primero -me rodeó nue

s del Malecón del Salado y se detuvo por

as sacaba de su maleta una cámara semiprof

ambién fueras f

y un afi

rsonas fijaban sus miradas en nosotros, pero luego observé el mismo brillo en sus

jor -besó mi mejilla. Luego de tomar

etes con sus manos frías, y me propinó un beso en la comisura de mis labios. Por un momento mantuve los ojos abiertos, me sentía conf

rado -suspiré-. N

acarició m

o una voz que conocía perfectamen

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