VOY A DESTRUIRTE.
itir que alguien con ínfulas de superioridad, la humille de tal modo y si no fuera por la neces
ue le dijeron fue que bajo ningún concepto podía asomar la cabeza en el séptimo p
bienvenida a la empres
perdido de casi toda la mañana, su jefe ordenó recuperar las horas perdidas
Lo cierto es que comúnmente por cada sector se ocupaban 3 personas, pero como quería castigarla por lo que hizo, dio la orden de que
segura de que no había nadie más que ella y seguramente el personal de seguridad, decidió subir
e, por supuesto, no tenía decoración alguna, pero por lo m
nos tanques de agua
illo especial, esa primera estrella que suele asomarse antes de caer la noche. -Tincho, no tienes idea de
er que su hijo no andaba en nada bueno era sangre de su sangre. Lo había llevado 9 meses en su vientre y
silencio, logra divisar a un hombre de unos 25 años aproximadamente
lo que estaban hablando, pero fue poco lo que pudo oír, porque de momento a otro el t
bre se acercaba a toda prisa a buscar las partes del celular y ella, aunque se escondiera detr
se pego el joven en cuanto la
a descubrir con el amargo de mi jefe y ya bastante lo tolere esta mañan
d que sí, dicen que es un amargo- ambos carcajean y la ayuda a levantars
ué te pasó?- Sofía era menos discreta y demasiado cu
garro el cual le arrebata y le da una pitada. -y fumando-ella abrió tan grande sus ojos como
le ante todos sus empleados.- actuando la misma voz de Alex. -y aunque me dio el trabajo debo cumplir el horario y por tanto, hasta las 20 hs no puedo irme. Lo peor es que mi hermana
realmente se interesó y el
con mi hermanita nos turnamos para que cuidarla.- él hombre asen
ometa, ¿no tienen a
o es suficiente. Si bien no vivo en un lugar caro, las cuent
su mano en la esp
él se señala. -sí
toma su mano y sin dejar de mirar sus ojos cafés
ce en un hi
pero inmediatamente s
uación, pero sí creo que, si tu jornada laboral es de 6 horas, no tienes porque quedarte 8. Independientemente del conflicto
costó mucho poder
í a sabiendas que resultaría peor el remedio que la enfermedad y recor
hos, Sofía.- y sonaba tan bello su nombre en sus labios q
cían que cualquier mujer, incluso ella, se derritiera ante su presencia y su humor ¡DIOS, SU HUMOR! Lo hacía ver demasiado sexi. S
no se dio cuenta, pe
clina porque cre
Ambos se conocieron hacia 5 años y desde entonces llevaban una relación entre idas y vueltas. Él soñaba con poder llevarla al altar,
con alguien. Algo en ella le atraía y aunque una parte de él le decía a gritos
de sus cejas y agradece que no insista en
ntestar, porque él
ace calor. ¿una gaseos
si -ahora vuelvo.- y
o mientras cierra sus ojos y disfruta de la suav
o mataron, porque estaba segura que lo ma
losinas. En el barrio, cuando había alguien que se quisiera propasar con ella, los surtía a golpes por lo que sabía que
ontró de frente con su hermano mayor, quien
- ¿qué te sucede? Andas bi
umor.- lo regaña sin mirarlo. -¡Maldición! ¡¿Es q
e le preparase un café y se lo llevara a su oficina dado que estaba trabaja
onas. Los únicos que conocían su alma rota y que, dentro de las cuatro paredes de su mansión, se desarmaba, aunque mos
pasando por encima de contratos y sus derechos por lo que no le había s
an de ti.- ese comentario que dijo por lo
e esconde
r teléfono con su novia y cómo lo conocía perfectamente, lo máximo que duraría esa conversación no superaría
escaleras abajo dejándolo a los gritos.-¡Adrián! ¡Adrián! ¡te prohíbo que me dejes hablando solo! ¡ADRÍAN!-. Pero
su vista dejándolo, peor de cu
a en la terraza, dedujo que, si no había aparecido con sus gritos su nueva emplea
rre el sitio con su mirada, hasta que la encuentra sentada en la cornisa, des
puño y cegado de furia le gritó haciendo que, del susto, se d
eja atónito y en un parp
rojándose al vacío lo inmovilizó y como aquella vez, no pudo move
el chocolate en sus manos cuando elevó su mirada se encontró con un Alexander tieso como una estatua y
¡AUXILIO!
todas partes. -¡SOFÍA!- grita con todas sus fuerzas cuando
N! ¡AUX
ces que c
e piedra donde se encontraba suspendida en el aire y fue entonces cuan
e.- pedía con lágr
carla del peligro y ambos caen al suelo y mientras tiemb
a su muer en aquella ventana, observándolo con una mirad
olvió a romp
nos le temblaban, los ojos rojos y
ado su muerte, no movió un solo dedo, no ablandó su duro corazón. De pronto parpadeó
o. Ese hombre era la c