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VOY A DESTRUIRTE.

Capítulo 3 Irresponsable

Palabras:2339    |    Actualizado en: 31/07/2023

itir que alguien con ínfulas de superioridad, la humille de tal modo y si no fuera por la neces

ue le dijeron fue que bajo ningún concepto podía asomar la cabeza en el séptimo p

bienvenida a la empres

perdido de casi toda la mañana, su jefe ordenó recuperar las horas perdidas

Lo cierto es que comúnmente por cada sector se ocupaban 3 personas, pero como quería castigarla por lo que hizo, dio la orden de que

segura de que no había nadie más que ella y seguramente el personal de seguridad, decidió subir

e, por supuesto, no tenía decoración alguna, pero por lo m

nos tanques de agua

illo especial, esa primera estrella que suele asomarse antes de caer la noche. -Tincho, no tienes idea de

er que su hijo no andaba en nada bueno era sangre de su sangre. Lo había llevado 9 meses en su vientre y

silencio, logra divisar a un hombre de unos 25 años aproximadamente

lo que estaban hablando, pero fue poco lo que pudo oír, porque de momento a otro el t

bre se acercaba a toda prisa a buscar las partes del celular y ella, aunque se escondiera detr

se pego el joven en cuanto la

a descubrir con el amargo de mi jefe y ya bastante lo tolere esta mañan

d que sí, dicen que es un amargo- ambos carcajean y la ayuda a levantars

ué te pasó?- Sofía era menos discreta y demasiado cu

garro el cual le arrebata y le da una pitada. -y fumando-ella abrió tan grande sus ojos como

le ante todos sus empleados.- actuando la misma voz de Alex. -y aunque me dio el trabajo debo cumplir el horario y por tanto, hasta las 20 hs no puedo irme. Lo peor es que mi hermana

realmente se interesó y el

con mi hermanita nos turnamos para que cuidarla.- él hombre asen

ometa, ¿no tienen a

o es suficiente. Si bien no vivo en un lugar caro, las cuent

su mano en la esp

él se señala. -sí

toma su mano y sin dejar de mirar sus ojos cafés

ce en un hi

pero inmediatamente s

uación, pero sí creo que, si tu jornada laboral es de 6 horas, no tienes porque quedarte 8. Independientemente del conflicto

costó mucho poder

í a sabiendas que resultaría peor el remedio que la enfermedad y recor

hos, Sofía.- y sonaba tan bello su nombre en sus labios q

cían que cualquier mujer, incluso ella, se derritiera ante su presencia y su humor ¡DIOS, SU HUMOR! Lo hacía ver demasiado sexi. S

no se dio cuenta, pe

clina porque cre

Ambos se conocieron hacia 5 años y desde entonces llevaban una relación entre idas y vueltas. Él soñaba con poder llevarla al altar,

con alguien. Algo en ella le atraía y aunque una parte de él le decía a gritos

de sus cejas y agradece que no insista en

ntestar, porque él

ace calor. ¿una gaseos

si -ahora vuelvo.- y

o mientras cierra sus ojos y disfruta de la suav

o mataron, porque estaba segura que lo ma

losinas. En el barrio, cuando había alguien que se quisiera propasar con ella, los surtía a golpes por lo que sabía que

ontró de frente con su hermano mayor, quien

- ¿qué te sucede? Andas bi

umor.- lo regaña sin mirarlo. -¡Maldición! ¡¿Es q

e le preparase un café y se lo llevara a su oficina dado que estaba trabaja

onas. Los únicos que conocían su alma rota y que, dentro de las cuatro paredes de su mansión, se desarmaba, aunque mos

pasando por encima de contratos y sus derechos por lo que no le había s

an de ti.- ese comentario que dijo por lo

e esconde

r teléfono con su novia y cómo lo conocía perfectamente, lo máximo que duraría esa conversación no superaría

escaleras abajo dejándolo a los gritos.-¡Adrián! ¡Adrián! ¡te prohíbo que me dejes hablando solo! ¡ADRÍAN!-. Pero

su vista dejándolo, peor de cu

a en la terraza, dedujo que, si no había aparecido con sus gritos su nueva emplea

rre el sitio con su mirada, hasta que la encuentra sentada en la cornisa, des

puño y cegado de furia le gritó haciendo que, del susto, se d

eja atónito y en un parp

rojándose al vacío lo inmovilizó y como aquella vez, no pudo move

el chocolate en sus manos cuando elevó su mirada se encontró con un Alexander tieso como una estatua y

¡AUXILIO!

todas partes. -¡SOFÍA!- grita con todas sus fuerzas cuando

N! ¡AUX

ces que c

e piedra donde se encontraba suspendida en el aire y fue entonces cuan

e.- pedía con lágr

carla del peligro y ambos caen al suelo y mientras tiemb

a su muer en aquella ventana, observándolo con una mirad

olvió a romp

nos le temblaban, los ojos rojos y

ado su muerte, no movió un solo dedo, no ablandó su duro corazón. De pronto parpadeó

o. Ese hombre era la c

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