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El CEO Olvidado

Capítulo 2 Vamos a casa

Palabras:1578    |    Actualizado en: 31/08/2023

1 – "Vamo

ic

desnuda y no podía dejar de temblar, lo hacía de miedo y de frío, pero más de miedo, pues estaba aterrada y desorientada. Otra vez le ordené a mis ojos abrirse y a mis piernas moverse, pero ninguno de los dos me obedeció, tampoco mis brazos, ni siquiera los dedos de las man

he y ve llamando al

stá

stá, pero al

de noche. Solo que llovía y hacía frío. Recosté mi cabeza en su pecho, por algún motivo me se

u

aba a comer, no lo hacía. Pasaba pendiente al teléfono, tenía a mis hombres peinando cada rincón del

a aconsejarme mi amigo, y mi

ansaré cuando re

sar en tus hijos, ellos te ne

e estoy un poco ausente, per

jamás, lo sabes bien, si tú estás sufriendo, imagínate el

siempre donde clavarme el puña

s el beso de las buenas noches que se

azón, iré

r mí beso de buenas noches de manera ansiosa, ellos dormían plácidamente, estaban ajenos a lo que su

raba la familia que había formado con Alicia, la mujer que amaba con locura y me había dado esos dos seres tan maravillosos como lo era ella. Me senté al borde de la cama de Tiara, mi ni*ña be

o vuelve mami?

año mucho, pero no te preocup

í ni*ño, pero no me quedaba otra alternativa ya que no tenía

ante él, así que le arropé y abandoné la habitación.

eo que la

mientras me secaba las lágri

cos creen habe

ella Renzo

rme el hombro varias veces para que me calmara y dejara de gritarle a David, el chofer, que acelerara. Al llegar al lugar, mis hombres, unos 6, estaban formando un círculo muy amplio y en

que no la h

fue muy claro

llí estaba Alicia, recostada en el pavimento mojado y rec

ataré a

forma enajenada, hasta que R

ka c

voy a

el rostro con ambas

quería desquitarme con alguien los días de an

arlos - seg

uka, primero encárg

vidado por un segundo, volteé y la v

es había logrado calmarme - primero encárgate

dome, con sus ojos llenos de lágrimas, hicieron que mi corazón se estrujara al punto de dolerme. Me acerqué a ella, la escuche sollozar, me quit

he y ve llamando al

stá

stá, pero al

ospital que está a cinco min

enes

enía a Renzo que siempre encontraba la solución p

í lo más que pude. Estaba inconsciente pero podía oírla sollozar. La miré, estaba casi irreconocible, su cara inflamada, sus ojos de tan hinchados los tenía cerrados, tenía un profundo co

n apagado quejido, eso estrujaba mi corazón, ya quería que me contara todo para poder ejercer justicia con mis

sintiera, que sintiera que estaba otra vez a salvo en mis bra

a volverá a pasarte, te lo juro. Los ni*ños te espe

el chofer, no quitaba los ojos del espejo retrovisor, me observaba, en silencio, pero intensamente. Creo que nunca me había visto tan afecta

s al hosp

toda prisa y me abrió la puerta. Bajé con Alicia

que nos recibiera de inmediato y le pidió a otra que contactar

ostaron en la cama. Lógicamente poco les impo

tranquilos y cuénteme a mí q

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