Amor del CEO mafioso
arra
de Jennifer, para que la baje en la clínica. Este, quien le lesionó una de las muñecas, debido al fue
en su muñeca, sino por la incertidumbre de saber qué le pasará. En silencio y ar
iba en el piso trasero de la misma, Jennifer no podía ver a su alrededor. Además, se sentía
lamas? -formuló Charlie, mirá
nif
vez -grité con coraje y valentía, cerrando mis ojos, para
os, asombrada y sintiendo que mi corazón se acel
onó. Por su tono de voz, de enojo y rabia, algo pas
n moverme, aunado a que no lo podía hacer, p
n tu camioneta -añadí al final con rabia, aunque con angustia
terrogó él, con fastidio, y como quiera q
habitación donde tengo mi refugio -aclaré- T
ácil para ti desaparecerme, soy in
o país quedó registro de mi salida, porque no s
no fue bueno. Escondiste a una persona
ida! -argumenté, sin un objetivo en mente, p
Si supuestamente no lo conoces, ¿o s
so, que yo estaba con este, haciendo el amor, en la arena -confesé, dejando que
stió este, obstinado- Ahora, ¡bájate! Que mi jefe
! ¡Se salvó mi salvador!», pensé agradecida, cerrando fuerte
rtemente- No te lo r
tán, me esposó de muñecas y tobillos -conte
arra
o las quitó, le ayudó a bajar y le guio a la habitación de la clínica, en donde estaba su jefe. Por
caminando delante de ella, mientras de
o, sobre todo el cabello. Este le hizo entrega de un pañuelo, para que se limpiar
nsioso a pesar de su
be ser igual o peor que tú -replicó ella, recuperándose
, quien estaba intranquilo, se quedó contemplando y detallando su belleza,
r
chado, en el cuartucho, donde me atendió. Esta, obediente, pero retadora
profunda, contemplando sus preciosos ojos, m
-Replicó ella- ¡Permita que m
e me hizo, de salvarme del guardia fronterizo que
e se encontraba en un rincón
gún momento te ha agredido -ordenó este, ha
í -contestó ella con rabia. Volteando su rostr
ra salvar su vida, por agradecimiento, nada
o su mirada- ¿Qué pasará si no te dejo ir? -interrogué, s
je a su amigo o a su empleado -señalando a Charlie- q
indocumentada ¡Será fácil para ustedes
s tan mal concepto de mí, me salvaste? -interro
fronterizo me perseguía, tropecé con usted y le caí encima -añ
ed, abrigándome con su chaqueta. El guardia, cuando se me acercó, no
así, como me di cuenta de que usted estaba herido y que le debía
en mi interior una sonrisa- Por lo tanto, me debes tu libertad y
espondió ella
nif
oy yo, la que está en
, analicé acongojada, esperando lo peor y
su empleado- Devuelve
En Venezia? -preguntó e
s manos entrelazadas en posición de ora