La debilidad de Santori
rt
ajando incansablemente día tras días mientras todo volvía a la rutina, me gustaba mi trabajo. Estaba archivando unas
to lanzando el par de boletos a mi pequeño escritorio, sin si quiera haber
pidamente revisando su fecha y d
u marido o, una amiga. Mejor una amiga, detesto a tu marido -había tard
nfadó muchísimo casi se van a los golpes, así que prohibió al año siguiente que las parejas vinieran con los empleados, no quería que se repitiera lo mismo, yo me enfadé por casi un mes con Miguel y casi lo botó de la casa, desde esa vez Julio
regañe como siempre -¿Qu
ejor-chasqueo la leng
ento y buen padre -añadí molest
jes ya sabes que aquí estoy yo - lo vi seria pen
tipo de cosas. Luego de una jornada larga en el trabajo lleno de papeles y chismes dignos de un Oscar me fui a la guardería y pasé por Diego mi hermoso
eran grises y de tez blanca como yo, aunque tenía el carácter de su padre y sus gestos.
ba antes que yo así que me emocioné, entré a la cocina y enseguida Diego grito llamando a su papá, s
iguel saludaba a nuestro pequeño
en el marco de la puert
a tomar un poco de jugo de naranja, tenía
de vino y charlar - su espontaneidad a pesar de los años juntos era lo que me tenía enam
sorprendida -es
os que estuviera enfermo y saber que no quería
eli, comamos en la sala algo de comid
na maravillos
sor prendido en Netflix, había dos copa
sado, amor - observe
a alfombra y tomé una copa de vino, lo vi manchado de
pas bien, osita- replicó ant
i la razón, hace un par de días tomé una copa
í pensativa - aunque, jurar
a ese restaurante
puse esa copa en el lavaplatos y tomé una nueva, me serví y me relaje en el suelo alfombrado de mi sala junto con mi es
guel limpiando su boca con una servi
y vi a Diego rendido en el sofá sosteniendo su exca
copa –¿qué te parece si renovamos nuestro
, estaba buscando hacer algo especial para nuest
e casados y me parecía muy tierno y román
l vino en mis labios -y quiero renovar nuestros votos, si hablamos con Sofía, se
3 años de edad y nunca me he separado de él
to -respondí obstinadamente -sabes que n
e de nuevo y sé que ya ganó -concédeme ese deseo, sabes que lo necesitam
- qué tal si llevamos a Dieg
el televisor y luego me puse a lavar los trastes en especial la copa de vino que ya estaba manchada. A veces soy muy distraída y hago o no hago co
nos hemos apoyado mutuamente como pareja y como amigos, todo estaba relativamente normal entre nosotros, muchos de nuestros amigos se habían divorciado y me alegraba saber que aún le
o los vientos por mí y a veces hasta ganas de llorar
ntro romántico me quedo
que ya no me quieres pu
so? ¿Alguien te dijo algo? -cuestionó -seguro e
ra que lo sepas Julio nos regaló entradas al teatro para mañ
uel ya no me quisiera más, que l
baño para asearme y ponerme mi ropa de dormir, al salir ya Miguel tenía su bóxer pues
elegí para ser
ó dormido antes de terminar el primer acto. Giré mis ojos y lo descarté mientras yo lloraba
Miguel, dándole unos golpecitos en el h
querer llamar la atención de los demás espectadores
la bandeja de una camarero y esté saludo con la cabeza y siguió su camino, los camareros iban con una chaqueta roja y camisa negra, pantalones negro, las mujeres una camisa roja manga larga y unos tirantes negros mientras se paseaban por el salón con la
o más fuerte para pasar el coraje, estuve parte de la noche hablando con otras mujeres sobre la obra y antes de comenzar la s
culpó en un susurro para que los
moso vestido amarillo y largo hasta los pies por mis pijamas y cambiar estas sandalias altas y ne
miga! -exclamé enfadada subiendo el tono de voz m
l gusto cariño, pero, estoy cansado del trabajo y ve
n Diego Manuel -hice re
o y luego otro y los acepté, pero
a -me invitó tomando mi mano
ta esto- propuse de repente las ganas de
auteloso-puedo quedarme, haré el e
ntereses por mis gustos o me
e silencioso, me llevó simplemente a comer hamburguesas pues sabí
cino, nos sentamos en una mesa un poco apartada de todo
a sin esperar nada, no comía desde el mediodía so
comida? -preg
lo a los ojos y limpiando mi boca
ijo simplemente dándole
del gusto, tenía unos seis meses que no comía c
arle lo que, a mí, puede que existan familias así, pero yo no soy de ese tipo de personas, hub
ncrusta entre sus dientes dos pajillas y hace como foca y me hace reír como loca, dejé escapar un poco de
le señalé -es
an y sonreían, otras nos miraban como extr
co más serio quitando la pajilla de su boca -ya no e
ere, lo siento amor -m
ar la noche así, contigo sonrien
uvo perfecto.
mano y la besó y mi mundo vol
in ti, cariño- le
muy serio -faltan ¿qué? ¿Unos ochenta años?
culpará en serio. No quiero discutir por tonterías como estas, otro día le digo a Julio que mejor no me