El placer de lo prohibido - Daly3210
parecía mucho más brilloso y sus ojos grises hipnotizaban más que antes. Sin darse cuenta, la jovencita comenzó a preguntarse cuánt
era esa que teníamos pendiente?
uella curiosidad innata desbordándose. En realidad quería hacerle otro tipo de preguntas como, po
asa cuando llamaba?-preguntó
s tan inquisidores, hizo que l
yo
an las palabras que su hermanita iba a decir-. Prometí siempre llamarte y lo
osas no son
era que esos años habían pasado tan rápidos y ya ni siquiera recor
talla anhelando estar aquí, junto a ti. Pero tuve que conformarme con eso, con escuchar tu voz aunque ni siq
ulpó la chica con
parte de crecer y tú, Haz
que finalmente te alcanzaría, pero
lo había dicho-dijo Alexander
quejó su
ir, Hazel,
su petición era clara, podría intuir que en realidad aquello no
s dormir esta
ó los ojos des
esa sea una
r qu
dicho antes, has c
uando era pequeña y tú me abrazabas. Por favor, no me prives de mi her
había insistido tanto que no le había dejado más alternativa. La realidad era que él también quería dormir a su lado, se
protegida, como siempre le había gustado sentirse en el pasado. ¿Cómo era que había podido dormir tantas noches sin estar
y Hazel se sentía extremadamente cómoda como para permanecer un segundo más despierta. En su sosiego, fuer
rvas que antes no existían. La respiración del hombre empezó a acelerarse, mientras sentía que algo se despertaba en su interior
ien, exquisito... Alexander siguió arrimándose más, mientras la rozaba con mayor vigor y Hazel abrió sus labios soltando tenues sonid
a estado toqueteando en sueños era nada más, ni nada menos que su hermanita. Hazel tamb
-susurro con
voz de Alexan
do, ¿Por qué la miraba de esa ma
ro.
e, Ha
? ¿Acaso te
hecho mucho más que eso. Gracias a su bril
sión de sí mismo. Él la había tocado, hab
de pronto con e
n ese mismo instante la distancia era lo mejor. Quería borrar de s
deslizó por su mejilla. La jovencita rápidamente bajó la
anchas. «¿Por qué la trataba así? ¿Era acaso bipolar?» Ella
que no le había pasado nunca antes. Hazel también sintió un calor emanando de allí, lo cual la hi
de por el actuar de su hermano, sentía que ya nada volvería a ser igua