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Todo Por Ella: Venganza y Amor

Capítulo 4 La Prisión

Palabras:1794    |    Actualizado en: 17/03/2024

ri

turdida por haber sido capaz de usar eso. Dejé la pistola sobre l

el otro lado de la puerta. - ¡No sé qué

. Mi hija aún estaba escondida al lado del sofá, a veces s

que ir a

perra! - Él vocife

a nervi

te! - Gr

a de la policía, que pronto invadió la casa.

o dentro de nuestra casa. Cuando extendí la mano

, pero ella huyó

estaban distraídos atendiendo a Lucc

los puso frente a mi vientre -, todo lo que digas será usado

Atravesó la puerta

rodilló junto a Lucc

dedo acusad

empujó mi cabeza, obligándome a sentarme en el asiento trasero. Cuando el vehículo comenzó a moverse, miré la casita

hija de ese monstruo sin corazón. Miré las es

ba un mechón de su cabello rubio con el dedo índice y hacía chasquidos mientras mascaba chicle. Le

rincón donde había una

itó la mujer corpulenta ve

na comisaría. Si hubiera venido a denunciar a Lucca e

ugre, giré el grifo y metí la mano de

- La pregunta vino

rada se despegó de

até a

esa s

sito -, mi voz se pe

etenida robusta burló -. Tambié

el lavabo repugnante. Me det

e hizo esto? - Preguntó

hematomas de mi rostro. Cada hue

ituta -, respo

y se acercó a mí. Agarró mi

novia -, me sacudió aú

lió temblorosa debido a

acudirme, pero siguió retorciendo

o si

ada en la boca, lastimándome aún

en la cintura, sacó la p

desorden ahora

randona se alejó mie

entendido! - La policía se quedó qu

ome del frío. «No debería haber hecho eso», las lágrimas

.

yo dormía. Abrazando mis rodillas, vi los primeros rayos del sol atravesando las rejas de la v

ie Co

policía que g

Levanté mi

n con

ápido que pude para salir de esa celd

a ser l

arrastró por

abía una mujer con el escudo de l

doctora. Traj

dicó la silla con

se detuvo junto a la p

tribunal para ti -, la d

Por

a denuncia. Se te acusa

golpeando y quería

tura, su mirada clínica evalu

en la celda anoche -,

? - La deleg

hematomas cuando me tr

no lo denun

spués de recordar el fra

es un a

¡N

público para tu caso. Po

quí. Estaba triste porque no volvería a ver a Bella y porque no tenía idea de con quién se qu

regreso al área de prisión. Cuando crucé

de celda, me dirigí a un rincón donde me s

. Nos llevaron a un lugar con mesas en la sala de visitas. Miré a mi alrededor, t

cía puso la mano en m

ación humillante. Nunca pensé que serí

la, q

aces aqu

ca -, señaló mis

que hablar conti

re tu pequeña? - p

acerque

esté en tu antigua casa, c

a mujer. Todavía estaba esposada cuand

lindo rostro contra

brazos para alejarme de la mujer que, dur

uvo el dorso nasal mien

lda, aún me negaba a permitir qu

allí. Debería ser Lucca quien estuviera encerrado.

r el pasillo. - Disparé a mi marido e

lestar. A pesar de todo, seguí gri

mos inocentes! - Una d

eladas porque cometier

da se puso de pie frente a mí

o ustedes -, el odio haci

atada, puñetazo y golpe. No sabía de dónde venían, solo me encogí tratando de protegerme de los golpes violentos. Cada

por mi rostro, buscando aire. Entre dolores, miré a

ntate!

inistró medicación para aliviar el dolor. A pesar de las marcas amoratada

las esposas. Froté las marcas rojas en

onmigo,

donde me entregó el abrigo ne

tás l

Arqueé

mbia de ropa y lár

y me puse el sobretodo. Seguí a la policía que me llevó

a que martilleaba en mi mente: «¿Quién me ayudó?» ¡Ni siquier

taba dentro del lujoso auto estacionado frente a la comisaría. La

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