Matrimonio Concertado con el CEO: La Arpía y el CEO Libro 2.
ri
ión, los menajes de su madre eran cada vez más insultantes hacia mí y más favorecedores para la morena zorra de
adre en ningún momento..."- yo iba responderle cuando fui interrumpido por var
l bloqueo que mi atractivo esposo, había puesto a ese número, así que de golpe comenzaron a entra
que manía tenía esta mujer en hacerse
e a Kevin el teléfono para que no lo leyera, pero os recuerdo que yo mido un metro seten
a leer lo que ponía el mensaje. En un momento salté, cuando él tenía el móvil más alejado y me cogió en el aire c
sonrisa que yo conocía también, esa que usa el lobo cuan
ne todo natural?"- me pregunta, mientras yo no puedo mov
dor que usas todas las mañanas. ¡Y dame ese teléfono!"- le dije mirándole seria. Hace rato que mi modo arpía
to concluido si no lo reviso por lo menos cien veces,"- lo miré con
rpo dejara de pertenecerme, para que sólo le obedeciera a él, sacando mel
el tono de voz, el movimiento que hacían sus manos en mis caderas, mientras me mantenía alzada, y lo ronca que se había vuelto su
na, estoy deseoso por probar el Ferrari."- lo mire mientras el d
Kevin Junior Powell, para hacerme callar, pero como comprenderéis cuando ese hombre me besa, lo menos que tengo ganas es de discutir, se
que había tomado, junto con mis amigas. Debía estar centrada, conocía lo protector y celoso que es de lo nuestro, el hombre que amo, pero necesitaba deja
nque esto último término siendo más un premio que un castigo. Eso no quiere decir que no desee contribuir que este matrimonio, funcione, pero a mi manera. Prefiero ser como la suegra de mis amigas que, como mi suegra, una mujer ociosa, que se
ado el día libre al mayordomo y a la cocinera., aun no me acostumbrado a tener tanto personal de servi
elimitar la seguridad fuera de nuestro hogar y estar menos agobiada dentro, aunque cr
scina, hermosos jardines, una zona de barbacoa, bar de piscina, con sus sillones y mesitas estilo chill out, ocho habitaciones, enormes y con sus baños correspondientes, un enorme s
domo para que la administrara, lo que no sabía que como dueña y señora de esa casa todo se me consult
a familiar de los Powell, así como la casa de su madre, su madre no tenía accesos sin permiso era nuestro hogar. Hast
tían la ducha, y supe sin necesidad de abrir
rás y sus manos atrevidas se po
enir"- le dije con voz burlona sin mirarlo
algo, con esa voz ronca y sexi afectada por la ira, pero por primera vez me sorprendió, sin decir nada, sólo bajo una de sus manos a la zona sensible de mi entrepier
al, y tarde, ya que para cuando terminó de decir esas provocativas palabras, mis gemidos se oía