Nuestro pacto de amor
le abrieran. Su pequeña maleta descansaba a su lado en el piso. No tenía demasiadas pertenencias y lo prefería de ese modo. Las mudanzas constan
os cincuenta años le abrió. Su traje negro estaba impecable, sin una arruga siquiera, y su
y Clara asintió-. Llegas más de media
cambiar de idea sobre contratarla. Debía estar a prueba una semana para ob
vergonzada-. Tuve un pequeño acc
en su pecho sin suavizar l
rade es bastante rigurosa cuando se trata del cumplimiento del deber, y muchas person
ga, ofrecía vivienda y comida. Solo estaba ahí gracias a su madrina, que conocía a muchas personas
de la puerta para
lara tomaba la maleta y caminaba dentr
esperaba que fuera una persona accesible y no tan estirada,
alrededor mientras seguía con torpeza a Marta. Si por fuera par
ones. Casi todos los muebles eran de madera y parecían recién estrenados. Estaba todo tan pulcr
upuso que, como se trataba de un vecindario de clase alta, no tenían que preocuparse por los mirones o los robos. Había bastante segurida
Un espejo ocupaba media pared en el salón. Se dio un fugaz vistazo en él cuando pasaron por delante. Era una nota discordante en un lugar como es
ieran un piano justo al lado de los sofá
a y en el cuarto de lavado, los dos sitios que Clara mejor debía conocer. Arriba estaban el dor
señorita Carolina era muy sensible y prefería tener solo a las personas imprescindibles a su alrededor, que eran
trones rara vez cenaban en casa y que avisaban con antelación sobre el menú que deseaban. La chica se sintió basta
Y ciertamente lo es, pero cuando te acostumbres lo verás como algo rutinario y más sencillo. Esta casa no es tan
charla, pero se limitó a asent
pequeño armario que había
os que te sirvan. Debes llevarlo dur
odillas que pensó que le serviría. También tomó un delantal blanco y un
iforme tan horrendo y soso, aunque ya lo imaginaba. Tenía cierta experiencia como camarera en algunas cel
re de Darío: Diego Andrade, un hombre muy distinguido y poderoso, según había escuchado. No le habían dado demasiados detalles, apenas
El polvo le causa alergia a la señorita Carolina y tienes que
. Era un cacharro bastant
de que tengas alguna duda o contratiempo «
ncio como la buena empleada que debía ser y anotó el número. Después, fue hasta su habitación y soltó la maleta. Se cambió a toda prisa y se acomodó el cabel
o Marta cuando regresó a la cocina mientras h
ondió en un t
eso solo le había valido para pasarse la mitad de su vida encerrada en la parte traser
Pues ya todo está dicho. Si eres la mitad de eficiente
queña sonrisa. Tenía que hacer un arduo trabajo par
nte casa. Clara sintió el enorme impulso de curiosear por todos lados, pero debía ponerse manos a la obra. Tendría mucho tiempo para aprenders
mitad de la pared. Las cortinas y las sábanas eran de satén blanco mientras que las mantas y los cojines eran de color marrón con diferentes estampa
para el cuidado del cuerpo y del cabello. Por último, tenían un ropero que casi igualaba el tamaño del cuarto. Los ojos de Cl
e describía Marta? No quería ver
artícula de polvo y también limpió los muebles. Le faltaba muy poco para terminar cuando escuchó unas voces y pasos que se acerca
emprano? Ella creía que
y nos demoramos más de dos horas. Ya no podremos almorzar con mi madre. Tendré que decirle
n y ver a Clara. Frunció el ceño y sus penetr
ñorita -dijo Clara
parecer una modelo. Llevaba un brillante collar de perlas y su cabello rubio perfectament
soltó la rubia. Al parecer,
l jarrón y el trapo que Clara tenía entre sus manos? Más obvi
señorita. Soy la nuev
guien con menos experiencia que tú, acaso? -r
sin conocerla siquiera? No obstante, todo lo relacionado a Carolina pasó a un segun
o una broma. Una
stado a punto de atropellarla esa ma
s. Trató de detenerlo, pero fue imposible. Cayó al suelo y se hiz
reverse a levantar la vista. Y