Amor en el infierno
arreglando los cuartos de las niñas, acomodando sus almohadas, los edredones, sus p
a estofado, prepárale un ají de gallina para Roxana y a m
tiempos, entonces, se
elices como antes-,
señora, ya lo verá-
llamó casi
e preguntó si puede ir a
e mi cumpleaños. No quiero a nadie en cas
ue se adueñó del imperio de Donatello", lo que no era cierto. A mí no me importaban los negocios de mi marido y Donatello f
reparada, solo terminé la secundaria y me metí a la música-
ido fiel, responsable, y un padre
ada. Si Francesco se hace cargo de todo est
ermano?-, le acaricié sus pel
padre cuando murió y ahora quiere los míos, es muy ambicioso y piensa que tú eres un obs
al suicidarse Donatello, entonc
ificaba, lo insultaba, lo trataba mal, lo engañaba con un cantante de poca monta-, les decía. Yo l
pués del sepelio, cuando las vi irse a las cuatro. No se despid
día le rompí a pedradas las lunas de su residencia. Al final de la noche, derrotada, humillada, desconsolada y decepcionada, caí de rodillas e
*
icleta. Apenas terminó el colegio, me dediqué a la música y no quise estudiar ni trabajar. Mis padres renegaban furiosos pero yo sentía la vida como un juego, y el futuro me era imposible,
edicarme a la música. Yo también tenía bonita voz, cantaba bien y deslumbraba en los juegos florales del colegio. -Quizás hagamos
ita" y también me en
más motos que la de Orange surcando el espacio, volando entre las dunas, de
ndo la ocurrencia, llenándonos de arena hasta las orejas. Él me abrazó, entonces, y me besó desenf
uistar todos mis rincones, con febril entusiasmo. Sus besos desataron mis llamas y de repente yo era una gran bola de fuego, ardiendo e
olor que me provocaba perder mi virginidad. Me jalé los pelos desesperada, le mordí, incluso los brazos, pero a él no le importó.
o alocado o la arena latigando nuestros cuerpos. Yo seguía sumergida en un oasis pletórico de luce
vivía para mí. Pero yo lo traicioné. Me deslumbró Donatello y me e
llas a mis pies, cuando le d
a nadie en este mundo, tú eres mi vi
enía experiencia en la vida, el amor me era ta
a-, reí. Fui mu
ndo eles con mis manos, meneando mis pelos, sin darle mayores expli