Hombres condenados
después, San Pe
vaba abierta para tener rápido acceso al cuchi
ir de sus cenizas muchas veces, sin permitir que sus cúpulas doradas dejaran de brillar
nos no se rendía, ni siquiera, en sus pe
ios montículos de nieve. La gente que pasaba por su lado par
cía más fría y vaticinaba la
se hallaba el copropietario dormitando en la oficina y dos cantineros tan aburridos, que uno de
plosión nuclear en el Atlántico Sur, en conjunto con Israel. El hecho fue registrado por un satéli
omagnético. Se presume que podría haber sido una señal electrónica falsa generada por un detector envej
or parte de Sudáfrica y rompería el "Acuerdo de Paz" firmado hace más de
ubicado en pleno Atlántico Sur a 2.600km de Ciudad del Cabo en Sudáfrica,
de no mezclarse con seres infernales o las consec
ocurrida trescientos años atrás, logrando reducir considerablemente la cantidad de demonios que habían es
los en un «Acuerdo de Paz» p
tinuaban haciendo convenios con los demonios para obtener mayor fuerza y otros arremetían cont
rencia entre países amigos o países enemigos, mucho menos, de bloques de alia
, sin establecer diferencias. Por eso muchos
, lo hacía por los nuevos vientos de guerra que soplaban, y no solo
nflicto personal. Necesitaba dinero, y rápido, y la única manera
gos de los humanos, por poder y sabiduría para ganar guerras y dominar territorios, rompieron el sello de las pue
ro para los humanos eran aberraciones pe
arremetían contra toda la fauna siendo capa
no era común hallarlos entre la población, sino ocultos en las afueras, ya fuera en
arios que se habían especializado en perseguir y asesinar a demonios rebeldes. Sin embargo,
de gremio que los agrupara para exigir ayuda
jo sin tanto riesgo. Pero había caza
egro, ya que sus pieles, sangre y huesos eran productos muy demandados
de que seis miembros de los equipos de control de engendros murieran tratando de emboscarlo en un barr
remio habituaban solicitar recompensas muy exageradas para actuar dentro de
ofreciendo una buena suma de diner
ón de los demonios en su vida y necesitaba de dinero para librarse de su acoso. Por eso se armó
había ocurrido la fallida emboscada, se apresuró por sal
ienas que poseía grandes colmillos y garras. La mayoría no superaba el me
sido rechazado por los suyos. En ambos casos debía tratarse de un ser d
y oscuro callejón franqueado por edificios ruinosos.
rado encontrarse con varios cazadores por la jugosa recompensa que ofrecían, pero no di
edo, aunque se esforzaba por ignorarlo, ya que est
í repasar con atención cada rincón, pero un fuerte ruido metálico, producido a su espalda
y delgado, vestido con un anorak gris
u mano derecha. Él había saltad