Hombres condenados
era alta y de cuerpo portentoso, con el cabello rapado, el
e un demonio y de un hechicero maligno, perdiendo su alma y su volunta
bestias, pero temblaba tanto por el miedo que no pudo evitar que su cuchillo cayera al
a empujó hacia atrás, llevándola
y vio como él aparecía de entre las sombras, por un lat
pasado. Solo vio pasmada como el animal ahora dirigía su atención hacia el cazador pa
a: ella inmóvil, mirando el de
ara luchar contra ese demoniaco ser, pero igual utilizó sus últimas fuerzas para llamar s
por el recuerdo de su padre siendo despeda
nda bestia y, gracias a la luz de la linterna, pudo ver que este
, esta poseía cabellos
chaba los golpes de la espada, paredes y objetos destruyé
o superado por los dragones del inframundo, pero a estos últimos los ejércitos
xperimentaban en sus cuerpos y las hacía caer en la locura. Sol
os que habían bebido de la sangre de los demonios y perdían su alma recibiendo, p
bía dado su sangre se
casi extintas del planeta. Los ejércitos las habían cazado sin descans
, así que aceptaron incluir en el Acuerdo de Paz ns que quedaban se habían vuelto tan violentas y salvajes
imo Lucifer, porque sabía que no tenía opciones d
experimentado apareció en el establo luego de que esta se devorara a
novato, quien podía dist
egó a la planta baja, aunque no pudo evitar tr
noche. No podía permitir que muriera un inocente. Se juró a sí misma no volv
... -expresó con una v
rador del cazador antes de que un cristal se hiciera pedazo
perior vio como aparecía la bestia del p
rededores, pero no la miraba a ella a pesar de que te
n del animal, por eso no se percató que cerca había un
uien enseguida posó sus ojos de
ar gritar, la mirada enceguecida
uvo intención de girarse y correr, pero de pronto apareció la segunda bestia, l
re dos engendros y sin ningun
ese sería su fin. Si no podía esc
tima en saltar emitió un rugido fero
una de las fieras la atacaba, solo se ace
percatarse que la segunda que había saltado no tenía los típicos ojos azules incandescentes de esome cicatriz que nacía de entre sus ca
uerta que podía llevarla a algún lugar seguro, donde tal vez hallaría una ventana por donde le fuera posible escapar, pero
ntes de que pudiera atacarla. La joven miró impactada como ambos
do embobada la violenta confrontación. Los golpes, zarp
na en medio de su forcejeo esta cayó, tr
derrumbarse por completo. Si no salía cuanto antes,
la entrada principal, pero, al faltarle poco para llegar al umbral, la tomaron con rudeza de
olvidar sus dolencias y arañar el suelo para escapar de su captora. La imagen de su padre murie
había apresado tuvo que continuar su lucha con la ot
las flaquearon. Fue ahí cuando sintió correr un hilo de
as se habían silenciado. Tal vez, una había podido
en sangre, como lo estuvo aquella noche en la granja. La conc
unto de caer al piso, debilitada por su herida, pero unos brazos firm
o, fue el brillo de unos ojos magnéticos color p