Secretos bajo la luna
y Tania no tenía n
asa, le aconsejó esperar a que él le trajera noticias, pero
por su habitación recibiendo el fr
rillo, un pueblo montañoso de Venezuela habitado por un pequeño grupo de f
ia para estar alejada de las ciudades. Se oculta
a la calle en busca de respuestas. Tenía que encontrar a Lucas lo má
en el exterior, aún faltaba para que los negocios de la zona abrie
establecimiento que a esa hora tenía encendido el cartel de «abie
ba sus labores tan temprano, solo agradecía el gesto, ya que eso le fac
e de valor y de paciencia. Enfrentar a Don
ala actitud. Si no fuera porque el viejo se las arreglaba para tener los mejores
onido no pretendía aportar más misterio a sus problemas, sino que era una estrategia de Don Severiano. El
El lugar era pequeño y la gran cantidad de libros que cubría las paredes
encendidas, parecía no haber nadi
llos donde en más de una ocasión se había tropezad
ontraba en tiempo record lo que ella había ido a bu
a ubicar las nuevas adquisiciones donde divisara un espacio libre, bastaba con decir
eriano? ¡
aba. ¿Y si los secuestradores de Lucas se
n menos de un minuto por el error cometido. En vez de pedir rescate por su vida, serían
niña. ¡
r la voz añeja y severa del viejo,
e podía hallarse en un serio apuro, pero
an esparcidos en el suelo de forma desordenada, y D
é su
ahorraste un viaje a tu c
os se hallaban apilados en torres deformes en el pi
meticuloso anciano tratara a sus
jo encontrarlo,
e entregó a Tania una agenda pequeña y delgada de hojas
ué
aquí y me pidió que te entrega
rostro arrugado del anciano, que estaba enmarc
ó que me lo ent
os seres más extraños del planeta, siempre andan
orio ubicado a un costado de la puerta de entrada. Hablaba entre gruñid
to, sorda a sus quejas. Cientos de
bía quedado sola, corrió
¿Por qué lo escondió? ¿Por qué habí
la calcinó con una
leados y me pidió un favor que le estoy c
omenzó a ordenar, con evidente fastidio, una gran pila
Severiano se encerraba en su cólera no había manera de sacarlo de allí. Debía bu
casa, ansiosa por revisar el objeto. Esperaba
artir con una sonrisa
equivocado -murmuró y con su habitual seriedad se leva