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Al ritmo de tus besos

Capítulo 5 Madison

Palabras:1254    |    Actualizado en: 02/05/2024

nerviosa y asustada. Mis manos t

del hotel para preguntar por los integrantes de la banda Squids. La encargada me informó que nadie s

bicados frente a las escaleras. Al menos, me permitie

hoteles -dijo Rogers en voz baja, para consolarme-. Y tal vez entraro

, no tienen que esconderse de

son -impugné i

dose a que me reuniera con Liam, pero yo no quería per

reservativo y no acep

mierda

pa de los consejos de mi amigo. Odiab

! Al menos, vamos a asegu

oplé h

a, ¿sí? Me pon

o tienes por qué estar aquí. Ese guardaespald

ojos en

r esta experiencia. Te juro que no me dejaré lastimar de

ers acariciándose la pierna derecha, don

ndo para llenar

ignación-, pero reconócelo, no sabemos nada de Liam Davis

y comencé a enumerar con l

emiada de folk-rock «Los hijos de la montaña», donde trabajó durante doce años. Su madre, Fiona Davis, es socia de una firma contable de gran relevancia en el estado y quien proviene de una familia asociada al mundo de la poesía. Su abu

iente de que te conoces toda la biografía de

de forma confidencial, sin dejar de mi

Davis. Esta chica es una fanática obsesionada, como las s

con fa

as, debía aceptar que sí había mucha obsesión en mi amor por Liam-. Bueno

-agregó Rogers en susurros hacia Cleo, logrando q

discusión, pero mi

el guard

arme sin disimulo hacia las escaleras. El hombre ba

como Rogers se quedaron a una distancia prudencial

tá l

con una voz

-ordenó y enseguida re

splandecientes por la emoción y el miedo

residencia

os a dejar aquí! -i

r toda la noche! -l

, haciendo lo que sea que vayamos a hacer, sabiendo que mis

caleras me volví de nuevo hacia ellos para insistir

Rogers se notaba inseguro, pero igual tomó de un brazo

ido mi decisión, debía enfrentarla sola y asumir luego

pesar de que amaba a Liam Davis, nada ni nadie estropearía mi futuro. Estaba dispuesta a hace

nario, donde tendría que mostrarme ante un enorme público, casi desnuda, para ser juzgad

tocar dándome la espalda. Si corría con rapidez llegaría a las escaleras antes de

escasos centímetros de distancia y decirle lo mucho que me h

rápido que casi pierdo el conocimiento. Apreté los puños y respiré hondo es

el guardia abrió por completo

e mientras avanzaba y más aún

ardadas en los bolsillos del pantalón. Me veía con fijeza, con una e

d abismal de sus ojos. Que se notaban ca

preferido en el mundo, en una habitación de hotel, con las sombras de la noche escurriéndose por la ven

de forma involuntaria y expulsara toda presión que lo tenía

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