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EL EX DE MI HERMANA

Capítulo 4 EL ACCIDENTE

Palabras:1820    |    Actualizado en: 15/05/2024

odo, pierde el control nuevamente. —¡Maldito! Me estuviste estafando… Te juro que te haré pagar. Jamás te quedarás con lo que es mío. —Sin poder controlarse, lo golpea una y otra vez, y Santiag

que se nota, ha estado llorando de forma desconsolada. Sorprendida, no puede dejar de mirar el rostro del desconocido, pensando en cómo serían los ojos de aquel hombre, que sin saber quién era ella, se interesaba por su situación, pero la voz de su amiga Macarena, que aún estaba al teléfono, la saca de su frenesí. —¡Lucia! ¡Lucia! ¿Qué pasa? ¿Aún estás allí? ¿Por qué no me contestas? Se aparta de inmediato del hombre, retomando su camino, mientras levanta su mano, para ponerse el teléfono en su oído y calmar a Macarena. —Sí, aún estoy aquí. Por favor no te preocupes, debo ir a hablar con Rosaura, pero cuando termine de hablar con ella, te contaré todo. —¡Está bien! Por favor, que no se te olvide, o estaré muy preocupada por ti. Lucia cuelga, y toma su auto, manejando sin control, desesperada por llegar a casa de Rosaura. De pronto, un aguacero torrencial, empieza a caer, nublando un poco la visibilidad de las calles, por lo que baja la velocidad, e intenta calmarse. El tráfico empieza a tornarse lento, y entonces aprovecha para llamar a Rupert Saavedra, abogado de Rose Green, mientras avanza lentamente. Pide la averiguación de las afirmaciones de Santiago, y asesoría en caso de que esto fuera real. Rupert, que estaba bastante sorprendido ante la petición de Lucia, le pide que se calme, ya que él aún no ha sido notificado sobre un cambio de dueño; sin embargo, pide unos minutos para averiguar. Esa afirmación llena de esperanzas a Lucia, que finalmente sale del centro de la ciudad, y toma la carretera que conduce hacia la casa de su suegra. Cuando finalmente llega, observa el auto de Santiago frente a la casa de Rosaura. —¿Así que viniste con tu madre? —Dice para sí misma. Decide parquear más adelante, y a pesar de que aún llovizna, se baja del auto, completamente decidida a desenmascarar a su esposo, frente a su suegra. De pronto, ve cómo se abre la puerta principal, y al ver a su marido, salir de la mano con Lorena, se esconde tras de su auto, observando cómo Rosaura y sus cuñadas, abrazan con emoción a su hermana. —No sabes lo feliz que me hace saber que pronto no tendrán que esconder su amor. —Afirma Rosaura terminando de agrandar la herida de Lucia, que no entendía, como esa mujer podía acolitar a su hijo de forma tan descarada. —Si hermanito, felicidades por tener una novia tan hermosa. Esa Lucia no era más que una pesada, ¡literalmente! —Comenta Irma, que se burla descaradamente de su cuñada. —Por favor, no hablen así. Aún es mi hermana. —Pide con mesura Lorena, como si ella fuera un ángel que quiere lo mejor para todos. —Sí, una hermana bastante mala. No deberías tenerle tanta consideración, después de todo, ella no pensó en ti, ni en mi amado hijo. Es una egoísta, que solo piensa en comer. Todo lo que le está pasando se lo tiene bien merecido. Jamás le dio a mi hijo el lugar que se merecía como hombre de la casa. ¡No se lo merecía! Y pensar que en algún momento llegue a pensar que era la mujer perfecta para ti, hijo.—Comenta Rosaura, y Lucia, que la escucha, no entiende a que se refiere, pues ella creyó siempre ser una buena esposa. —Mamá, ya dejemos de hablar de Lucia. —Tienes razón, no vale la pena seguir mencionando a esa mujer. Despu

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