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Ciegas emociones

Capítulo 2 Amor simulado

Palabras:1372    |    Actualizado en: 18/05/2024

a sin poner en evidencia los celos que tanto dañaban su alma enamorada. Al fin, dispuso calmadamente esperar a que llegara

-habló en

da, voy a llegar a la

a, amor! ¡Mereces divert

ara que la vida escude los pecados y no se terminé nuestro matrimonio. No

ntener la calma-. ¡El respeto y la seriedad no está penalizado! A pes

once

terru

sin el pasado. Sombra que el sol iluminó para que el camino de la concordia, no sea un sueño y sufra mi corazón. Ten presente que es un amor pa

sa manera tuya de expresarte con tantos sentim

botella que tenía de ese líquido. Él acariciaba sus mejillas. A pesar de ser una noche invernal el calor que cubría la oficina, hizo que Ceilán desistiera de las caricias de su amante para salir al patio; el cielo estaba tan estrellado que incitaba a un romance, a un encarnamiento en la propia vida. Él so

ad es decirte que estoy feliz

ña. Hay que soñar para expresar la realidad, el gusto y el

a entre nosotros dos. A

n mi mente. Es como si estuviera marti

ada-. Evita que tus palabras se congelen y se pr

prendo -ella se m

nifestó Ceilán con su cuerpo aculebrado encima de él-. Quiero sentirme ahogada por el fuego de tu abrazador cuerpo. Es el momento

a de una pasión, como el aroma de las flores absorbida en lo más profundo del alma. Si dos personas realmente quieren estar juntas lo estarán, n

prendidos. La joven apretó los labios y clavó en ellos las lucecitas que desprendían sus pupilas. Allí estaba él, al lado de ella. Fernando al verla, apa

Nadia. No t

demanes con las manos, donde visiblemente se notaba su nerviosismo. -¡No puedes irte, de ninguna manera! -la t

bías que Fernando estaba conmigo. Viniste a poner fin a est

voz flemática, mant

mantenemos muy buena amistad, ¿verdad? -miró a F

calmó e

nto- para que hagas esa pregunta torpe; además, es

ió hacia Ceil

és en Fernando. Tú no tienes razón

erda en la altura de la fábrica, de estás solo las dos últimas eran de algunas utilidad, pues las otras estaban bloqueadas. Fernando la atisbaba

ro oír... de nadie... -Ceilán no p

, miró a Ceil

z como un relámpago-, si es de tu

mentó con j

fundo-. Quiero estar siempre a tu lado, en cada momento de mi vida. Eres co

bía las caricias de la ya

te momento de tanta felicidad -s

a atrás apoyándola en su pecho y, suavemen

ró un poco mi conducta. Espero que me entiendas,

erpo, besó su frente. Replicó con

lpa, te beso, te aprieto

hecho perder el compás del t

as de este amor. Hay que evitar que sucedan c

l jardín de la casa, ella se detuvo por un instante y pudo fijarse que adentro había luces encendidas que iluminaban las

ron- no debes agriar a Alfonso. Tú

e un beso al espacio por part

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