Enigma del amor
to que vestía muy formal. Cuando sus manos se tocaron, John pudo sentir como un tipo
sta no estaba en lo absoluto sorprendida por el atractivo de él. Aunque
ciones, pasemos a sentarnos. M
u mano derecha Mila y enfrente de esta, John. John intentaba
a con el res
ado en comprar algunas tierras de la hacienda y otros asuntos, pero e
la había perdido el apetito. ¿Desde cuándo le interesaba a alguie
ido de ella, la forma en que torcía sus labios y a la vez se le formaban unos discretos hoyuelos, el modo de suspirar, cómo sus ojos viajaban del plato al centro de la mesa y luego regresaban a su plato después de segundos. La
él mismo, asegurándose de que antes de hacerla sumisa, satisficiera sus criterios. Esto evitaría hacer contratos de confidencialidad cada dos días. A pesar de que había decidido tomar su tiempo para conocer a Mila en silencio, John dedujo en minuto
nado de cerrar el trato con John; ahora era un socio del diez por ciento de una de las empresas extran
todo bie
ue su mirada se había concentrado en las v
ras jugaba con el líquido, fin
or tu hospitalidad. ¿Mila
notar de dónde Mila había heredado esos hoyue
ue piensa y no importa si a mí me interesa lo que va a decir, puedo deci
en manos donde la hacienda no se hiciera polvo, que todo el esfuerzo por ser lo que era an
ía que en un futuro pasaría a mejor vida, así que tenía una joya de ojos verd
de matrimonio, de por medio, es
. No voy a arriesgarme a que alguien ll
trimonio va a hacer? Pue
tro. Te ha costado años... -John fijó su mirada sorprendida hacia Catherine- ¿Crees que eres el único que i
lo me sorprende que una mujer que casi no sale de su mundo sepa algo más de los nego
rine
dejando su parte de la herencia cuando ella cumpliera sus veintiún años, y déjame decirte que eso sucederá en un mes y las tierras que te interesan para
ía casarse. Sus planes de matrimonio en algún punto de su vida no eran v
implemente, regreso en un mes
juro por mi vida... que nunca las vendería, mucho menos a a
seguía pensando que ni loco entr