Una luna, un destino.
conocía y que por lo visto, no iba a aceptar. Quería huir de todo lo que le esta
tan dulce como la miel, aunque algo miedosa y a quien él tenía que cuidar y proteger en todo momento, tal como se lo había dicho su progenitora y de la misma forma, hacerlo prometer que lo harí
ta encontrarla, ella no puede estar muerta como d
e espeso donde a cada paso que daba, el cielo se tornaba cada vez más oscuro
lo que encuentre a mis padres, me devolveré con ellos a buscarla», continuaba pensando el joven, sin dars
lack, la pequeña Sarah se encontraba muy nerv
o quiero que me deje aquí sola. Mamá le dijo que debía protegerme siempre y él no lo
r. Cuando se vea solo, va a regresar aquí y no se sep
a, solo que aquí no conoce el lugar y sé que no va a encontrar el camino de regreso, porque salió y desde aquí no lo ve
creo que lo ideal sería que comieras y descansaras un poco. Es tarde y no está bien que una niña tan peque
podré dormir bien si él no está cerca de mí, estamos acostumbrados a estar siem
a te pido que comas algo y luego te llevaré a tu habitación, es mu
ue no tienen salida, camina en círculos, lo que lo hace asustarse cada vez más, pidiendo ayuda a gritos, creyendo que alguien podría esc
o lugar durante mucho rato, así no he de encontrar a
e ni siquiera conozco, ¿Dónde estará la casa de la que s
so en una cueva formada
salir de aquí! ¡Mamá, ven por favor! ¡Papá! ¡Vengan, se los ruego! ―
era sido tan rebelde, estaría más tranquilo. Quizás debí esperar a que amanecie
cia, es posible que no me vengan a buscar. ¡Ay, mamita! ¡Te necesito! ¡Me haces
magia de la luna en los seres de la noche, claro que este, no era el caso de Ian, sin embargo, aún siendo un niño, podría ser la carnada perfecta de los enemigos para llegar hasta el pun
uras, así como de hombres lobos enfermos de ambición, codicia y maldad, que solo buscaban la desolación para la humanidad y la perdición de la manada del Norte, ya que aquello
r la manera de encontrar a la luna que los llevaría a la gran victoria ante los lobos de la manada oscura, y ella estaba muy
oraaa! ¡Ayúdenme! ―gritaba el muchacho con todas las pocas fuerzas que le
erza, ya no con los hombres lobos que la cuidaban y defendían, sino con lobos sanguinarios, de gran
¡Protégete! ¡Sal de ahí, Ian! ―gritaba la niña mien
favor! ―le repetía el ama de llaves una y otra vez,
ce Sarah en sus delirios y al acercarme a ella, lo presiento aún más
su rastro, es muy probable que se haya internado en le bosque espeso y así es más difíc
s pérdidas la misma noche, la marcaría para toda su vida. No podría sobrevivir a tanto dolor», acota el ama d
es cuestión de tiempo», final
s de los árboles que cada vez más lo ataban, era como si los
ncito no r
uantos segundos cuando se
Ia