Minte, la amante del inframundo
regreso a mi lugar, resoplo con fuerz
pero si no hago mis rondas... mi padre me v
é con él,
y miro al frente, topándome con una enorme cola de almas, un ligero gemido de sorpre
pasado ahí
ndiferencia sin quita
coquetear con mis hermanas, mi padre al enterarse de eso decidió mantenerme
cono
aronte no se lo permite y termina ahuyentándolo, tampoco es que tenga la intención de estar con él- Suelto
enta que no soy algo extraño, pone una de sus manos sobre su barbilla y se queda pensando por bastante tiempo. Yo me li
o remando, cuando atranca su barca, se baja y camina hacia mi lado, al percat
e algo v
o una de mis manos sobre su hombro, primero lo aprieto con algo de fuerza, pero al no obtener respuesta decido sacudirlo
bien lo hace para sacarse algo de la mente. Regresa la vista al frente soltando un largo
los de la fila que empiecen a avanzar. -Min
ño suspiro se me escapa; viendo a tantas almas, sé que tengo mucho trabajo por hacer y no me refiero a v
ería... creo que lo más raro que he hecho
parada y no hagas ninguna tontería- Me rep
n, pero se ha ido demasiado rápido que no me ha dejado decirle ni una sola palabra. Observo como el
edarte aquí t
parte y me deje tranquila, pero por la postura que tiene, parece que su intenci
n calma y serenidad, co
e verdad me te
su petición y decido quedarme ahí parada a su lado. Mi vista recorre a las almas y veo que varios de ellos no tienen monedas, m
to un enorme alivio. Ayudar a los mortales es una labor bastante satisfactoria que no cambiaría
para pagar
vagando por las orillas del río, es por eso que me meto en las profundidades para poder sacar monedas y dárselas...
tre el viejo y yo, pero ahora... este hombre sabe algo muy importante, espero no me delate con el
ibir una reprimenda por tus acciones o que te castigue
por el río mendigando piedad, desafortunadamente esas almas ya no podían pasar el río Cocito ya que su tiempo había acabado... al final se terminaron unie