SEDUCIDA POR EL CHICO MALO DEL CAMPUS: UN HOMBRE LOBO
la del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora
ente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con
creen de
. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Si
endo por uno de los pasillos principal
r? -murmuré, esperando que e
ncogió de
o no le des mu
a esquina de un pasillo, vi a una persona salir prácticamente volando hacia los casi
agarrándose las costillas maltratadas como si intentara contenerse para no desplomarse de nuevo. Su gemido de
haciendo? -preguntó
varon en los míos, su ceño fruncido transmitió una mezcla de irritación y superioridad. Su postura era tensa,
entí una oleada de ira y me levanté r
lando al chico herido en el suelo-. ¿
ó señales de arrepentimiento. En cambio, una sonrisa fría y burlona
ático, dejando que las palabras cuelguen pesadamente en la atmósfera opresiva-. En cuanto a él
mi corazón latiendo con fuerza y mis manos temblando de pura indignación. Tomé un respiro pr
ace poderoso. No eres más que un abu
guntó con sarcasmo-. ¿Llamar a la pol
esto no se queda
al mío, con sus ojos
e con quién te estás metiendo. Si quieres un consejo, mantent
ímetro, manteniendo mi
tus lacayos se pasean por aquí como si fueran los amos del puto mun
desvaneció por un momento, antes
valiente. Veremos cuá
ca. El chico al que había defendido ya no estaba a mi lado, y una sensación de impotencia comenzó a apoderarse de mí. Eso me pasaba por meterme en
e ocurriera en los pasillos. Nadie mostraba verdadera autoridad ni se preocupaba por mantener el orden. Me sentía completamente desamparada en un entorno donde la justicia y el respeto brillaban por su a
ñas de ser necesario. No iba a permitir que un matón arrogante me hiciera retroceder. Había aprendido a luchar por mí misma desde
on mi rutina, rezando para no encontrarme
calmado donde poder estar. Giré en una esquina y, para mi sorpresa, descubrí una entrada que conducía a una imponente piscina olím
rmas de diferentes alturas. Las gradas se extendían a lo largo de un costado, ofreciendo un espacio amplio para espectadores. En el otro lado,
de paisajes marinos, creando una atmósfera casi mágica. El suave sonido del agua filtrándose y el ocasional chapoteo rompían el
recordar los paseos que hacía en com
i dirección. Los días eran más simples entonces, llenos de risas y sin preocupaciones. Solíamos pasar horas nadando, explorando las orillas y disfrutando de la
esperando. Quizás, en este lugar, pueda encontr