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En las intermitencias del amor

Capítulo 5 Corona de rosas negras

Palabras:1275    |    Actualizado en: 11/08/2024

gaba de la pared color mostaza. La casa siempre había sido silenciosa, pero después de

en, estarías cerca de mamá, ella dice que le encantaría poder verte, que compres una casa cerca, para que puedan verse a diario. Sé que esta pérdida debe ser sumamente dolorosa para ti, pero... puedes in

afé caliente, deslizaba el dedo anular izquierdo po

hacer justicia, aunque era más que claro que Marko Rumanof asesinó a L

brió su boca de la impresión cuando c

ir que tomarás justic

de hacer justicia, la muerte de

que existen, son demasiado peligrosos... tú más que nadie lo sabe... -soltó la mujer con miedo-.

a?! -exclamó Vale

almente, apenas si se conocían, ninguno de la familia estuvo de acuerdo con que se casaran cuando apenas tenían dos meses de novios. Quién sabe si realmente los Rumano

eo que terminó convirt

ad, necesitas descansar, escapar de todo este desastre. Apártate de Marko Rumanof, ese hombre es demasiado peligroso, ya nuestra familia tuvo suficiente con todo el

el profundo mar de la venganza. En ese momento lo supo, la mirada de Valentina reflej

*

na se terminaba de arreglar para ir

ntró una corona de rosas fúnebre q

visualizar quién había traído las rosas, fue impo

con uno de sus tacones negros, las flore

erado. Caminaba de un lado a otro pregu

mano a su rostro y lo frotó con estrés-. Sí, ello

erse una uña

, maldita sea

de se encontraba un portarretrato con la foto de s

zo trabajaba en la compañía Rumanof, apenas llevaba un año, rara vez se habían dirigido la palabra, pero él logró presenciar en varias

zo era como su salvador, un refugio, ese compañero ideal que la ayudaba a relajarse después de tener un mal día en el trabajo. Con

to que nadie hiciera justicia y revelara l

as que recibiera. Ella también atacaría y lo

*

sitaba concretar una cita con él, no podía permitir que él se viera con su prometida y l

a la oficina

ta oscura de cristal y despu

extraño en él, no era el típico jefe que se mataba trabajando, ni mucho menos era adicto a las fiestas o trasnocharse, era más un hombre diurno que le gu

una sonrisa, esta vez era real, le gustaba

e se trataba de ella, su mirada cobró un bril

ras alargaba una agradable son

nquirió ella mientras entrel

él y le hizo señas con una mano para qu

Era cierto, algo le sucedía, tenía una expresión de estar siend

etalle que antes nadie me había hecho. -Desplegó una sonrisita-. Usted... se ha estado comportando muy atento con

arecía que Marko no le estaba creyendo mucho. ¿Se ha

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