Emma
s del ajetreo diario de la ciudad. Simón manejaba con destreza despues de aquella entrevista en el matinal de
era y en los acontecimientos pasados que habían sacudido su vida, sabia con certeza que segu
padearon, interrumpiendo sus pensamientos, an
só el botón para responder, sin anticipar la inespera
en el silencio del coche, y Simón, que había estado
nal! ¡Eres un imán para las c
ras escuchaba a su
r allá?- dijo Simón p
das las cabañas, creo que en enero será su ina
pondió con cautela, pensando en las sombras que aún oscurecían esos días festivos. En una de ellas perdió a sus padres, la tía que
sino tengo trabajo que hacer- dijo
ta de hoy, ¡has quedado como el soltero más codiciado del país!¡Er
a, su hermana estaba muy
ez mi belleza, a demás no te
cambies el tema, de verda
legué a la oficina, t
ue tengas
, hasta
sonido ensordecedor del silencio urbano se apoderó del ambiente, so
nes. Tomó sus cigarrillos de la guantera y un mechón rebelde de cabello dorado se deslizó por su mejilla, lo acomodó sutilmente tras su o
do el destino de la compañía en estos diez años que lo habián visto crecer junto a ella. Situada en el corazón del sexto piso, la sala dominaba el entorno con su presencia. Antes de sumergirse en ella, la oficina de Sandra, su fiel secretaria, se destac