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Solo con un beso

Capítulo 7 Siete

Palabras:1213    |    Actualizado en: 16/09/2024

en dos pequeños hoyuelos sobre las mejillas. Cada día se parecía más a Elena: con su cabello

illa, lo abrazaba con fuerza, lo llamaba 'papá', y ahí terminaban las similitudes con su madre. La niña era

siempre era una aventura para ella. Cargaba su bolso lleno de jugu

a visto sus primeros pasos, oído sus primeras palabras, y criado solo a esa princesa de 5 años que desborda

ado de su hija. Pero, una vez más, él no se rindió: Eva lo nec

tos a ayudarlo con la crianza de la niña. Su madre la adoraba con locura,

o examen; esa era su hija. Lo supo ni bien se la pusieron en los brazos el día que nació, su Eva. Tal vez no quería saber; a lo mejor no quería

la sonrisa franca. Y es que ella era todo lo que tenía, en su pequeña burbuja eran solo los dos. Podía recogerla del

e todo, la mirada de las damas que se sorprendían y no dejaban de suspirar ante la imagen que devolvían juntos: la niña en brazos

rdín de infantes; no se perdía ninguna reunión o festival en los que ella participaba. Le tomaba fotografías y

jado atrás. No tenía ningún interés en volver a pasar por la mentira, la traición o el desengaño; así que solo fingía no notar esos ojos y no esc

os días, después de una agotadora jornada en la oficina, lle

tan mágica como ella? ¿Cómo podía sonreír con esa pureza y ese brillo en los ojos que lo encandilaba? Todo un misterio, todo un mister

de las comidas, pero ¿qué dices

a se iluminab

rando sus brazos al aire y movi

sonoros en la mejilla. Se demostraban el amor que se tenían el uno por la otra de esa manera,

esas cantando una canción inventada, que no rimaba, con palabras sueltas y esa cari

l tío de Owen. Allí tenía una habitación de juegos, un parque enorme por el cual correr sin detenerse,

s, menos él, se enteraron de que un

l periódico que estaba leyendo sobre la me

ocía ese sonido, era el de

ré a tomar

de averiguar qué había causado ese ceño fruncido. Ojeó varias páginas y ahí estaba: la

-exc

le pregu

isimuladamente escondió el periódico detrás de s

oto el corazón y abandonado a su hija; él solía ser amable y alegre, y

tenía sentido traer de regreso esa humillación y dolor a su hijo. Ella había sido una de las ta

pudiese solo hacer de cuenta que no existía ese bebé. Lloró muchas veces junto a la cuna de su ni

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