Ya no me duele
s rejas en la estrecha ventana apenas dejan pasar la luz, pero no trae ni alivio ni esperanza. Como una burla a mi impotencia, está ese vano de puerta vacío, sin puerta. Adel
eviviendo únicamente para quedar atrapada en este horrible limbo. Si no fuera por el cambio de día y noche que veo por la ventana, pensaría que este día nunca termina. Los mismos enfermeros, con sus rostros qu
ente, para evitar otro golpe de los enfermeros. No siento el sabor, como tampoco siento ya nada más. La
una familia, metas y sueños. Pero ahora todo eso se ha desvanecido, desaparecido. Me aferro a esos fragmentos, como si fueran lo único que me rec
uro importan. Los medicamentos psicotrópicos son lo único que me impide romperme por completo. Entumecen el d
empre fui así. Yo era diferente. Tenía fuerza, tenía un futuro. Pero todo
sino también mi mente. Me quitaron todo lo que sabía sobre mí misma, sobre el mundo. D
udarme o simplemente convertirme en un bonito juguete para satisfacer tus deseos? Ya no creo en l
ambia soy yo. Dentro de mí ocurre algo inexplicabl
rza. O les ponen inyecciones. Yo nunca discuto, simplemente las tomo y ya está. En esas pastillas, al final, hay un propósito. Hacen lo que ni las personas ni el tiempo pudieron hacer: rompieron esos hilos finos que conect
fuera mi estado natural. Las voces y los sonidos me llegan desde lejos, como si estuviera bajo el agua. Todo lo que su
una obra de teatro, pero ha olvidado por qué está aquí.
esto es solo un cuerpo que sigue existiendo por inerci
an cumplido su función: me han atado de pies y manos, para que ya no sienta nada. Ni dolor, ni miedo, ni resentimiento.
vidrio empañado, no sabes si realmente estás
izca de malicia, solo con una ligera sonrisa. - El almuerzo en la cama no est
que yo, una chica tranquila y delgada, de repente me metería en un rincón de la cama y empezaría a gritar como si un demonio se hubiera apoderado de mí. Mi gr
calmarme, todo se torció. Parecía un celador común, algo rudo, pero no parecía tener malas intenciones. Se acercó de
i hubiera caído solo, como si algo invisible lo hubiera derribado. Recuerdo cómo intentó torpemente mantenerse en pie, agarrándose al aire, como si intentara su
. Todo alrededor
intos. Era como un animal salvaje atrapado en una trampa, luchando desesperadamente por escapar. Los celadores me sujetaron como si intentaran domar a una fiera que estaba lista para desp
e gritar y de resistirme. En algún momento, cuando ya no tenía fuerzas, los puños de acero de sus manos fueron reemplazados por frías correas s
odo sonaba amortiguado, como si estuviera bajo el agua. Lo último que r
ser brava. Llévenla a
accionar. Solo sentía el frío de las correas en mis muñecas y cómo
lugar solitario en la única mesita. No hay más. Ni siquiera parece que esa mesita tenga algún uso. Dijeron que no me pondrían a nadie más en la habitación. Tienen mi
no traen nada más que vacío. Los recuerdos, que deberían desgarrarme por dentro, pasan de largo como si no tuvieran importancia, como si ya nada significara algo. Veo los rostros del pasado, escucho sus voces, pero no siento nada - solo un frío indifere
ma, mirando el techo, que ya conozco hasta el más mínimo detalle de sus grietas. Se ha convertido en mi mapa, por el que podría perderme indefinidamente. A veces me parec
pre me acompaña un celador, como si pudiera escapar. ¿Pero adónde? En este lugar no hay a dónde ir; cada paso, cada vuelta lleva a las mismas paredes, a los mismos rostros.
n el que siento algo parecido a estar viva. Pero incluso esa sensación desaparece rápido, en cuanto vuelvo a cerrar los ojos. Afuera está el mismo patio de la clínica, cubierto de hojas amarillas. Miro
como si intentaran sentir cada momento. Sus rostros están tranquilos, casi indiferentes. Otros, en cambio, marchan nerviosamente en círculos, agit