icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Ya no me duele

Capítulo 4 Adiós, psiquiátrico

Palabras:1969    |    Actualizado en: 27/09/2024

se volvía más denso, cargado de tensión. Se detuvo a unos pasos de distancia, como si me estuviera estudiando, observando, intentando ver algo que yo no alcanzaba a comprender. Una ola de ansiedad

a Angelina Aleksándrovna, como si esperara alguna señal de confirmación o apoyo. Ella simplemente se encogió de hombros, indifere

que me mire

a soltó una risita, como si acabara de contar el mejor chiste, y el hombre levantó una ceja ancha. Se quedó pensativo por un insta

beló contra ese contacto. Sentí cómo me invadía un temblor, y me retiré brusc

mi voz se quebró en un grito

hombre, a su contacto, era tan fuerte que no podía controlar mis reaccion

conociendo mi límite. Pero en su mirada no había juicio ni sorpresa. Su rostro permane

ono era tan suave que casi sonaba cariñoso.

atrapándome. Lo miraba fijamente, esperando que hiciera algo más, algo que confirmara mis temore

cio Angelina Aleksándrovna. Su voz era tranquila, pero en ella había un leve

veía frente a él. Luego, sin decir más, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un s

s y contó rápidamente su contenido. Sus ojos brillaron con satisfac

el bolsillo de su bata. - Él se encargará de los documentos necesarios.

laramente complacida con cómo

Lázarev, - añadió con una

fuera una cosa que se podía formalizar y entregar. Sentí cómo algo dentro de mí se encogía de

*

a concentrarme cada vez que empezaban a cobrar fuerza. Los medicamentos no me dejaban profundizar

en mi habitación del manicomio. Hablaba y hablaba, mient

se escapó de mis labios antes de que me diera cuenta, pero su presencia, su mirada insistente, desperta

abía dicho. Sus ojos se clavaron en los míos, estudiándome, como si buscara algo más profundo que una simple respuesta. Se sentó f

lnerable. Veía que mis palabras lo habían afectado - a juzgar por

finalmente, su voz sonaba tranquila, per

entender por qué podría pensar eso. Lo miré, bajando ligeramente

xplicar ese miedo abrumador, esa sensación de que cada toque podía ser una amena

uían siendo penetrantes, como si todavía estuviera analizando mi reacción. - No voy a go

mo los rostros pueden mentir. Y qué engañosas pueden ser las primeras impresiones. La apariencia externa rara vez coincide con lo que está oculto en el interior. La belleza no signif

en lo más profundo de mis pensamientos, descifrar mi silencio. Pero no podía decir nada, no podía ni confirmar su verdad ni refutar mis temo

o - miedo a lo que no podía controlar. Y cuanto más me persuadía, más dudaba. - Tienes que confiar en mí, - continuó, como si

intentaba derribar el muro de desconfianza, pero ese muro era demasiado sólido, construido a lo largo de años de miedo y dolor. - Te lo prometo, nunc

raron al borde de la cama con tal fuerza que sentí el dolor en mis palmas. Un poco más y parecía que mis articulaciones cruji

y su rostro se oscureció por un momento. Parecía haber comprendido que ninguna palabra lograría convencerme ahora. - ¿Me oyes? No te haré daño, nunca, - repitió, levantándose lentamente. Sus movimientos no

rritación en ella, solo una profunda tristeza, como si entendiera que mi reacción no e

disiparse. Él estaba sentado frente a mí, tranquilo, sin hacer ningún intento de tocarme de nuevo ni de de

omisuras de sus labios se tensaron ligeramente, como si el ambiente en sí le trajera asocia

resara en voz alta sus pensamientos. - No sé mucho sobre los ángeles, p

chica asustada encerrada entre estas cuatro paredes. Pero no pude responder a sus palabras; permanecí

da viviendo en una casa normal - continuó, con una voz

nes normales pudieran devolverme a la vida. Su mirada volvió a recorrer las par

me deprimen - su voz tembló con indignación.

mo estuviera al borde d

calidez especial. - Sin ese persistente olor a cloro, flores en el alféizar, una computadora, una tel

no describiera simplemente condiciones, sino una

Obtenga su bonus en la App

Abrir