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UN HECHIZO DEL AMOR EN EL TIEMPO

Capítulo 2 2

Palabras:4383    |    Actualizado en: 30/10/2024

ocido a Alicia desde la más tierna infancia, ya que eran vecinos en aquel barrio simpático al que rememoraba con crecida nostalgia. Los padres de ambos eran a s

, atestado de algarabía y gritos de emoción. En ese compartir constante apareció la atracción de la adolescencia que de inmediato se convirtió en amor. Apenas

lo que querían, por lo que decidieron planificar perfectamente un futuro, el cual se visualizaba despampanante y colmado de éxitos por doquier. Serian rodeados esos planes con los hijos que llegarían, y que serían la perfecta realización de la felicidad, la máxima bendición de Dios. Sus exigentes estudios fueron llevados a cabo, y el sacrificio rindió sus frutos convirtiéndolo a él en un experto de la ingeniería civil, y ella en medicina; específicamente en el mundo de la Gineco- Obstetricia. De inmediato sus carreras rindieron más frutos,

dientes de aquella pareja vivían en otro país desde hacía mucho tiempo. Se comunicaban por una de las redes sociales que con la llegada acertada del modernismo, facilitan la comunicación y abrevian las engorrosas maneras de acercarse que existían en el pasado. Jacinto manejaba la com

ión que se había hecho presente, el hijo del amor, estaba cubierto de la inocencia de la infancia. Eran las espinas de las rosas que se hacían presentes. Ambos se enfrascaron en hacerse daño mutuamente con las espinas, y no se percataron que el tiempo pasaba rápido y no les iba a alcanzar el matrimonio para disfrutar de la suavidad de los pétalos de las rosas. Gritos constantes, maltratos, reclam

ra salir adelante y superarse a diario, él estaba allí, cobijado en una soledad tormentosa y cruel; destinado a ver pasar el tiempo sin un amor, sin caricias y aferrado a la computadora para poder sentir que le importaba a alguien. Que no fue en vano una vida de dedicación meticulosa, de mucho sacrificio. Para sentir, aunque de manera fugaz, que le imp

se acercara a lo que nunca observó en la vida marital de sus padres. Esta increíble decisión hizo que buscara en otras tierras, la oportunidad que se tornaba cada vez menos asequible para un sufrido pueblo en un país millonario. Alicia, huyendo de los ya acostumbrados gritos y vejaciones, de los maltratos verbales y físicos, no se acercó nunca más por aquellos parajes; los cuales en alguna oportunidad habían sido colmados de alegría, de unión y de perpetuo amor. Nunca supo

menazaba con la perpetuidad. Se arrepintió de sus andanzas demasiado tarde. El camino espinoso le enseñó que en la cercanía existe otro camino colmado de la maravilla, del encanto que embriaga dulcemente en manos del amor. Él se empecinó en no hacer verdadero caso a esas enseñanzas y entonces, entregado era a la sinfín espera. Por ello, pegado literalmente a una red social surgida de las ent

ncarecidamente por ninguna parte, por más que lo buscaba permanentemente de manos del modernismo el cual crecía a pasos agigantados, gracias a la magia del internet. La buscaba a ella, al gran amor de su vida; al amor que sentía que había perdido por estúpido. Nunca la había dejado de amar, nunca. Podría jurar que había bastado que ella le aba

poner distancia de por medio; procurando la paz y la armonía que a su hogar sentía que nunca sería una realidad. Así llegó Jacinto a la más penosa soledad que un hombre puede experimentar, luego de haber recibido en bandeja de plata, la exorbitante oportunidad de ser feliz al lado de una maravillosa mujer, de un hermoso hijo; todos cobijados en

staba deliciosamente bonita. Su vestido de novia era maravillosamente elegante y moderno. Su nerviosismo resultaba poco ocultado, y lo reflejaba con un ligero temblor en sus manos, aunado a una gélida textura y una copiosa transpiración igualmente helada.

sin éxito alguno, una luz en la distancia. Daría lo poco que sentía que le quedaba de vida, sólo por saber de ella y más aún; por volver a verla, tenerla cerca, recibir su perdón; regresar el tiempo en brazos de su arrepentimiento. Daría lo poco que aún le quedaba por volver a tener su amor. Era ese su sueño, su esperanza y la poderosa razón de esperar un lucero fugaz que guiara esa ilusión, y que por la red social pudiera ver que todo se hiciera realidad. Era el sueño de aquel

l impulso que lo enviaba a diario a buscar aquel amor perdido en el tiempo extenso. Los soliloquios eternos de aquellas madrugadas no tenían parangón. Eran verdaderamente únicos, sin igual. Esas conversaciones en solitario, se producían mientras se adentraba en la red social en busca de una huella de su eterno amor. Nada llegaba a él hasta que una mañana agradable trajo lo siempre esperado. Era la invitación que deseaba com

perdón que necesitaba y que le haría nuevamente feliz. Eran extensas las líneas que escribía sin cesar. Parecía que aquellas palabras nunca iban a declinar hacia un final. Fue luego de haber dejado su alma y su amor en aquel escrito, cuando se preparó a esperar la respuesta que colmaría una larga espera. Pero nada sucedió, nada se pre

ero luego ella, en su bendita intimidad dejaba bellos mensajes para él. Mensajes que con los días se intensificaban y regalaban el perdón solicitado con vehemencia. Pasaban los días extensos e intensos. Ya eran largas las horas que se sucedían interminables ensimismado frente al computador, enrojecidos sus ojos, esperando las respuestas que le llevaban a la gloria y le colocaban cada vez más cerca de la delicia de sentirse nuevamente amado y en familia. Luego impl

oducían casi al filo de la media noche, necesario era que él no estuviera conectado para que eso sucediera. De lo contrario sólo el silencio se hacía presente. Las frases amorosas no llegaban si él estaba presente al mismo tiempo que ella. Por ello se retiraba a descansar temprano, cambiando sus hábitos arcaicos para que, al creerlo oportuno, llegaran esas frases empapadas de amor. Los ojo

legaban y que constantemente eran sustituidas resaltando cada vez más, aquella belleza que la cubrió por completo y que de seguro, aun la cubría. La imaginaba en la senectud lógica, cubiertos de nieve sus cabellos, tiernas aun sus miradas y cabalgando como él, las dificultades lógicas para escribir aquel mundo de amor c

ada día llegaban más cerca de su corazón. Los ojos cansados del septuagenario permanecían cubiertos por unos gruesos anteojos contentivos de un potente aumento, con lo cual trataba de facilitar un acercamiento visual con el mundo externo. Aun así, se le dificultaba cada vez más leer las maravillas que llegaban, siempre escritas al filo de la media noche por su amada. Aquella mad

ía pautado un viaje que se materializaría en los próximos días. Viajaría Alicia a su reencuentro. Él la esperaría toda la vida de ser necesario, y aún más de ser posible. Al momento de escribir aquel mensaje esperanzador, eran agitadas unas manos denotando el triunfo que se creía que delataba

roxismo y a la locura. La imaginaba coqueta como siempre, con las galas que acostumbraba a lucir para aquellos especiales momentos, los cuales se tornaban aún más especiales con su presencia; como la diadema perfecta que significaba ella. La imaginaba apareciendo en la distancia. La visualizaba muy bella, radiante y complacida al descender del avión, en el cual arribaría en pos del amor que la esta

traviesa a su amado. Se quedaría allí, sin moverse, sin inmutarse siquiera, esperando su respuesta. Y de inmediato él, consciente de sus deseos, acudiría presuroso a completar la travesura y, tomándola por la cintura, se le acercaría lentamen

guna decepción. Una elegante loción dejaba escapar su aroma perfecto. A pesar de faltar muchas horas para el arribo del avión, ya él estaba en el aeropuerto. Temió a cualquier posible contratiempo, por lo que tomó todas las precauciones necesarias presentándose e

más desafortunada que pareciera. Su nerviosismo se adentraba y acentuaba cada vez más. De seguro algo malo le había pasado, pensaba incesante el desesperado Jacinto, envuelto en un halo pavoroso. La noche lo sorprendió estando aún en el mismo sitio, esperando que su amada se present

usando el nombre y la imagen de una mujer víctima de un amor, que se había quedado atrapada entre las marañas de un camino espinoso. El nieto burlaba de esa manera el sentimiento del abuelo, y lo hacía bajo la mirada cómplice de un hijo vengativo. Al cabo de varios días de estéril espera, Jacinto era llevado

os años, en una cruenta realidad. "Soñé que siendo un niño de escasos años, cuando aún mi mamá tenía que limpiarme el fondillo después de haberme agachado en la bacinilla; mi bisabuelo contaba para mí, que escuchaba atento sin mover siquiera un músculo de mi pequeña humanidad; fantásticas historias futuristas embarradas, pienso ahora; de aquellos inventos que habría leído de Leonar

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