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UN HECHIZO DEL AMOR EN EL TIEMPO

Capítulo 4 4

Palabras:4740    |    Actualizado en: 30/10/2024

eso lo que nos hemos venido preguntando unos a otros todos estos días. Mientras tanto, Jesús llegó a Betania seis días antes de la Pascua, que cae el 14 de Nisán (Desconocí plenamente l

el viernes hasta la puesta de sol del sábado. Jesús fue al hogar de Lázaro, como lo ha hecho antes, y pasó allí la noche del viernes". Me di perfecta cu

gar mi euforia era lógica. Allá afuera estaba en pleno apogeo mi señor Jesucristo. No podía creerlo, no daba crédito a lo que estaba vivenciando. Ningún mortal podía hacerlo, llegado desde una época futura. Y yo, Adelis, és

tográficas que hacían alegoría a la vida de Jesús. Siempre fui feliz al saber de su inmensa obra y desfallecí de hondo pesar al sentir su gran sufrimiento. Desde toda mi vida, siempre en la época de semana santa, transmitían los filmes donde se escenificaban las vivencias de Jesús. En una ocasión, en la oportunidad de la visita del ahora San Juan Pablo II a nuestras tierras, se anunció y pr

s, conforme a su carácter industrioso. Pero, como de costumbre, María prestaba atención a Jesús y esta vez lo hacía de una manera que agitaba una controversia. María abrió un estuche que contenía cerca de medio kilogramo de óleo aromático. Alguien disertó que se trataba de "nardo genuino". Según pude inquirir con algunas personas que

i Dios y mi alabanza sea para él. Sus pómulos eran sencillos. Sus labios finos como lo eran los de su raza parecían sonreír permanentemente. Sus ceños resultaban fruncidos como reflejo del quemante sol que permanentemente se hacía sentir sobre todos. Pero era su enorme dulzura lo que me cautivó. Tuve que vivir esa época de manos de la máquina del tiempo que mi viejo Zenón y yo ideamos, para

cador, lo más grande de la adoración. Era aquella benevolencia que me demostró que nunca pasarían los años y en una mirada, me expresó que sabía de mi origen y lo aprobó. Es más, lo adoró y me ayudó con una excelsa, si se le puede decir, complicidad. Dios estaba evidentemente

ar una belleza de alma, de pureza, de grandeza, de decoro y de lo más bello de llamarse hijo de Dios. Era ese algo que nunca podrá describirse con palabras, dibujos, nada material puesto que se trataba de un rostro colmado de todo el amor de la humanidad vertido para todos nosotros. Ese es mi señor Jesús. No era tal como se ha querido representar en los tantos films que se han realizado acerca de él. Su hablar meticuloso y pausado por si sólo era convincente. Acariciaba con sus miradas. Sus ojos intensamente verdes poseían un brillo muy parti

e descompuso. Sólo al pensar que alguien pueda actuar de esa forma tan mezquina me hiela la sangre. Judas Iscariote dijo: "¿Por qué no se vendió éste aceite perfumado por trescientos denarios y se dio a los pobres?". Pero de verdad comprobé con lo que

ra. Evidentemente que me conocía. Con esa mirada estoy seguro de que aprobó mi presencia en ese sitio. Se me acercó y me acarició el rostro. Debió haberse dado cuenta de mí. Me sonrió como nunca podré olvidarl

pó a ponerme aceite perfumado sobre el cuerpo en vista del entierro. En verdad les digo: "Dondequiera que se prediquen las buenas nuevas en todo el mundo, lo que hizo ésta mujer también se contará para recuerdo de ella." Esas palabras hermosas

ien estaba allí también. Lo decían a viva voz. Esa noche nos quedamos acampando a la intemperie. Mis ropas eran resistentes y aislantes, como las que llevaban todos; asi que no sentí tanto frio. El viento soplaba muy enérgico y la ar

la mayoría veían a nuestro señor como la salvación. En realidad era ese su propósito entre los mortales. La mañana siguiente, el domingo 9 de Nisán, Jesús salió de Betania con sus discípulos y subió por el monte de los Olivos camino a Jerusalén. En poco tiempo se ace

dio la siguiente instrucció

eso él los enviará inmediatamente". Aunque al principio los discípulos no vieron la conexión entre estas instrucciones y el cumplimiento de la profecía bíblica, después se darían cuenta de ello. Era cuestión de ti

ran a Jesús. Me sorprendió la manera como el sólo hecho de mencionar el propósito de llevar el animal a Jesús, convencía de manera inmediata. Los discípulos pusieron sus prendas de vestir exteriores tanto sobre la asna como sobre el pollino, pero Jesús se sentó sobre e

Rey en el nombre de Dios! ¡Paz en el cie

riseos que estaban en la muchedumbre se molestaron por estas proclamaciones y se

rsistieran enmudecidos,

alén, vio la ciudad y empezó

día las cosas que tienen que ver con la paz...

r llorar. Por su desobediencia voluntariosa, Jerusalén tuvo que rendir cuentas, como pred

ntiagudas y te rodearán y te afligirán de todos lados, y te arrojarán al suel

uían contando a otros ese milagro. Por eso, cuando Jesús entró en Jerusalén toda la ciudad se puso en conmoción. La gente preguntaba: "¿Quién es éste?". Y las muchedumbres seguían diciendo:

. Jesús respondía: "Sí. ¿Nunca leyeron esto?: 'De la boca de los pequeñuelos y de los lactantes has proporcionado alabanza'. Me pareció una actitud mezquina la de esos señores petulantes. De esos hombres bien ataviados de lo que se denominaba finas ropas. De esos caballeros de larga barba y según escuché de ellos mismos sin ningún dejo de modestia, de caballeros que provenían de envidiables estirpes. La noche termi

quise preguntar el ingrediente del que estaba hecho, pero que sabía exquisito, aunque estaba desabrido. No usaban nada para endulzar. Ya llevaba tres días en ese sitio y si me había mantenido tranquilo era de puro milagro. Estaba yo presenciado en primera fila, aquellos momentos en la vida de nuestro señor Jesucristo. Para mí era el más grande privilegio que he podido experimentar en toda mi v

portaba hambre. La frondosidad había dado al árbol un aspecto falaz. Entonces Jesús detractó al árbol así: "Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti". En un primer momento noté que nuestro señor estaba molesto. Había dicho que tenía hambre. Para haberlo dicho en ese tono tan determinante, debió haber sentido mucha hambre. Siempre pensé que dijo esa ex

en Betania desde que llegó de Jericó el viernes. Ahora, temprano por la mañana el martes 11 de Nisán, él y sus discípulos estaban de viaje de nuevo. Éste resultaba ser un día crítico en el ministerio de Jesús, el más ocupado hasta entonces. Era el último día en que se presentaba en el templo. Se

iguera que maldijist

espuesta de nuestro señor

la higuera, sino que también si dijeran a esta montaña: 'Sé alzada y arrojada al m

aislado nada más. De hecho, siempre me han parecido exquisitas esas frutas que se dan en abundancia. Así, al hacer que el árbol

r recibidas, y las tendrán". ¡Qué importante lección para ellos, espe

e sacó de aquel letargo

. ¡Su falta de fe hasta la está llevando a rechazar al propio Hijo de Dios! Por lo tanto, cuando Jesús hace que la higuera infructífera se marchite, está demostrando claramente en qué irá a parar al fin esta nación infructífera y sin fe". Coincidí con mi amigo en lo que dijo. Yo había leído m

io y ejecución, que tendrán lugar tres días después, según lo que había leído con vocación de egregia fe en la biblia y hasta ahora, lo que había leído era reflejo exacto de lo que estaba presenciado en aquella bendición que pr

n "el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están llenos de saqueo e inmoderación". Así que ac

en hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia." Finalmente, la hipocresía de ellos se hacía patente porque querían edificar tumbas para los profetas y adornarlas para llama

sús hacía su más

erían destruidos para siempre. Respecto a los que enviaba como representantes suyos, Jesús dijo: _ "A algunos de ellos ustedes los matarán y fijarán en maderos, y a algunos los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad; para que venga sobr

giné que nuestro señor dirigiría unas palabras a éste humilde pecador. Me dijo esas frases mirándome fijamente. Con esa mirada me enterneció, me enmudeció. Pero resulté presa de lo que él siempre quiso, derramar la fe por toda la eternidad. Asi se hizo. Nuestro señor extasiado con mi presencia

'Iré, señor', pero no fue. Acercándose al segundo, dijo lo mismo. En respuesta, éste dijo: 'No quiero'. Después le pesó,

ano. Sé que has venido desde el futuro donde muchos me veneran; pero en esa tu época también se ha tergiversado el motivo de mi primera venida. Después de más de dos mil años de esto que está sucediendo y lo que sucederá dentro de poco, siento en mi corazón que no se me ha valorado vehementemente. Hay muchos que están contra mí; puesto que el pecado no ha dejado de existir y, contrariamente, la perdición de muchos en manos del demonio me demuestran que él, ese ser perverso está ganando cada vez más adeptos. Adelis, cuanto lamento que el libertinaje, la vida fácil, el destruirse por banalidades en guerras absurdas, la prostitución y la sodomía, el irrespeto y en fin; todo aquello que al venir al mundo en éste momento estoy tratando de evitar y por lo que daré mi vida, se que al parecer no valdrá la pena ni será adecuadamente valorado. Veo en tu mirada mucha fe, y no por lo que estas presenciando gracias a la máquina que fabricaste conjuntamente con t

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