Destino IMPUESTO
8 - Un
ast
ran bellas, pero ella destacaba en el grupo, su piel blanca, tomando ese hermoso tono dorado en ese escultural cuerpo, como si fuera una estatua de oro, hacía que me la imaginara en la cama saboreando cada rincón de su ser. Ahora era mi esposa, estaba a solo una habitación de distancia, si la tomaba estaba en todo mi derecho. Esos pensamientos comenzaron a atormentarme y pelearse en mi interior con el poco hombre decente que me quedaba. Para callarlos me bebí casi una botella de whisky entera, esperando así caer inconsciente y no cometer la locura que estaba deseoso de cometer. Sin embargo el efecto fue peor y no pude controlarme, así que me dirigí a su dormitorio. La observé dormir, pero luego me metí en su cama tratando de hacerla mía. Cuando me dijo que era virgen, me sentí un cretino por lo que estaba tratando de hacer, pero cuando me dijo que yo era el primer hombre que la había besado, enloquecí, pues no sé porque esa confesión me hizo estremecer de una manera brutal y comencé a besarla sin respiro. Su cuerpo temblaba debajo del mío, sus manos habían dejado de luchar por soltarse, y su lengua, su sabrosa lengua, comenzó a jugar con la mía. Era más exquisita de lo que había imaginado, escuchar su gemido mientr
a su lado sin demasiada em
respondió con l
despegaba sus ojos del móvil, creo que miraba los comentarios de la prensa sobre
migo, entre nosotros no sucedió nada de nada, es más, te quedaste tan dormi
dad estaba aterrado, nunca me había propasado con una mujer y no me perdon
eres un caballero a pesar de todo -y sonri
iunfo se veía reemplazado por la decepción -No me interesa si tuvimos algo o no, no serías la primera m
do, ¿lo sabías?
s -la miré de arriba abajo -
astar*do?, ¡por su
-aunque yo me refería a que an
recordó
tenido algo, no est
Qu
brazos para repetirlo, pues habrías que
peor de lo que
e mis servicios solo tienes que pedí
y se marchó. Si hubiera sido otra mujer y en otras circunstancias, seguro lo pagaría