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Desliz

Capítulo 2 2

Palabras:1606    |    Actualizado en: 10/11/2024

Darius se levantó de la cama sin cubrir su desnudez, dándole una mirada profu

es, Darius. -rugió-. Claro

or

n medio de una borrachera. No me digas ahora que era lo que estabas buscando con una mujer; casarte con la primer

ba a molestarse con la actitud de la rubia -. Fuiste muy consiente la no

o demonios terminé haciendo tremenda estupidez? ¿Por qué no me detuviste, te negaste

hizo que la mujer palideciera más de lo que esta

ada-. Si te estás burlando de mí, ya detén tu b

ves r

esión y lo único que deseaba era salir corriendo y esconderse bajo una piedra. Una mujer como ella, que disfrutaba de su soltería y le gustaba gozar de una vida alegre y si

ía cometido y de las locuras que Darius le estaba diciendo. ¿Acaso el licor que había bebido estaba adulterado o qué tenía para que ella

? Claro, eso debía tratarse de una horrible pesadilla y pronto despertaría de ese mal sueño, porq

ando segura de que todo hacía parte de su imaginación y una broma de su subconscient

la detuvo, devolviendola a la realidad y hundiendo su mund

de mal humor y con el corazón herido por todo lo que ella le hab

s irte as

s hizo decir y hacer cosas que no debíamos, pero estando lucidos ya pensaremos con calma lo que pasó. Es imposible que nos casáramos, Darius -soltó una carcajada y negó con la cabeza-. Es una locura y algo que claramente yo no haría nunca ni contigo ni con ningún otro hombre -se quitó la alianza y se la entregó, dejando un beso en su mejilla -

para que se sumiera en la oscuridad y abriera los ojos. Era ridículo que se casara y no podía hacer más que reír ante ese hecho, per

a su registro de llamadas. En efecto, llamó a las tres de la mañana a uno de sus tantos amig

asaba que no despertaba para terminar de raíz con ese horrible sueño? Pero segundo a segundo, y con una resaca de los mil diablos, imágenes y

en el cristal de la ventana y golpeándose con suavida

oltar una larga bocanada de aire. Jamás en su vida deseó tanto que le dijeran todo lo contrario

uez soltando una risita que golpeó justo en los ovarios de la

no me casaste con ese hombre. Vamos, Leon

perder más el tiempo y dejar que otra gozara de no sé qué cosas de tu esposo. Inclusive mi esposa te sirvió como testigo, así que cómo sería una broma. Además, insististe tanto que no me dejaste otra opción que casarte. No tengo tanto tiempo libre para permitirme gastarle bromas a mis colegas. Por

a, y no recordaba cómo l

rius era capaz de ofrecerle a una mujer y por

gustó y despertó sus deseos desde que lo conoció, pero

no sabía cómo resarcir aquel desli

ena abogada que era, llegaría a un acuerdo con Darius y aquel error solo sería una buena anécdota para sus sobrinos si es que los llegaba a tener algún día. N

alma que había reunido se extinguió cuando vio que se trataba de

jo de temor-. Qué sorpresa

ón, espero que pienses en una cuando estés de camino, pero tanto tu madre como yo exigimos

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