Los Sueños de una Viajera
dónde estaba, hasta que la vista del horizonte de Doha, que se asomaba en parte desde la ventana, le hizo volver a la realidad. Qatar. Est
. Con un brillo en los ojos y una sonrisa contenida, se pre
-
oha. Había leído que ese lugar era el alma de la ciudad, un sitio donde se entremezclaban los colores, los olores y las voces de los habitantes loc
s vibrantes, y el sonido de conversaciones en idiomas que apenas entendía. La mezcla de olores, entre incienso y espe
Vestía una *thawb* impecable, la túnica blanca tradicional qatarí, y su porte era elegante y seguro. A cada paso que daba, l
tentaba mirar hacia otro lado. El dueño del puesto, un anciano
tratando de mantener la calma mient
mbrados a los tropiezos y sorpresas del zoco -
do escuchó una vo
anquilo, pero con un acento apenas perceptib
bre alto y elegante, el mismo que la había estado observando
un pequeño tropiezo -respondió finalmente
-comentó él, con una sonrisa discreta que d
cia, intentando ocultar su nervios
Alicia. Mi n
n su mirada, en la forma en que la observaba con una intensidad que pare
-preguntó Amir, rompiendo el sil
r una conversación normal, aunque se sentía intimidada por su presencia-. He viaj
os rodeaban-. El zoco tiene una historia antigua. Si buscas autenticidad,
o que normalmente diría a un desconocido. Había algo en su forma de
iendo-. Siempre he sentido esta atracción por el Medio Oriente, por la cultura, la histori
ntemente impresiona
la para explorar el mundo. Si me permites, puedo enseñarte algunos de mis rin
lgo en Amir que la hacía confiar en él. Además, estaba en un
ndió finalmente, mientras un
perfumes artesanales, donde un anciano mezclaba aceites esenciales y hierbas aromáticas. El aroma de cada
r, sosteniendo un frasco pequeño c
la, permitiendo que él colo
in darse cuenta, cerró los ojos para disfrutarlo mejor, y al
sencia pudiera ser tan... evocadora
r-. Aquí, cada objeto, cada fragancia, cada detalle cuenta una histo
ía, no solo por el zoco, sino por una cultura que ella apenas comenzaba a descubrir. Amir era paciente, y cada vez que Alicia le hacía una preg
les. Las notas melancólicas de un *oud* llenaban el aire, y Alicia sintió cómo la música
ó, sin apartar la v
ambién él estuviera capturando cada reac
ña cafetería al final del pasillo-. Sirven un té de menta espec
a perfecto -
ue daba a una pequeña fuente. El murmullo del agua, combinado con el so
había algo en él que parecía inalcanzable, como si llevara una carga invisible. Querí
evitable flotaba en su mente