Los Sueños de una Viajera
go, el día amaneció con una sensación de inquietud que no podía explicar. Mientras se preparaba para salir y explorar más de Doha, el recuerdo de la mirada intens
u interior le decía que el rumbo de su viaje había cambiado, aunque aún no entendía por completo hacia dónde se dirigía. Al llegar al
n en su bolso. Al sacar su teléfono, enco
ha solicitado tu presencia en el palacio. Él insiste en que vengas hoy mi
eguntarse si algo malo había ocurrido. Sin pensarlo dos veces, respondió confirmando que estaría allí en cuanto pudiera. La
nuevamente por Mariam, quien pare
los pasillos del palacio con una velocidad que sugería cierta urgencia-. El príncipe Ami
ra oscura y cojines bordados a mano, se sentó en uno de los sofás y trató de calmar sus pensamientos. Tras unos minutos, la pue
una sonrisa que parecía esforzada-. Siento haber
ación, intentando descifra
respondió ella, y en su voz había un tono since
entana, mirando hacia el jardín
n tono serio-. Ayer, después de nuestra conversación, mi
ue continuara, mientras un presentimient
nos mantienen en una posición compleja. Y una de esas... obligaciones -dijo, con evidente incom
te en Oriente Medio, a menudo tenían arreglos matrimoniales, pero jamás había pensa
-preguntó, con una mezcla
n una expresión grave-. Pero mi padre cree que ha llegado el momento de que
ia, sintiendo que algo den
del sofá, lo suficientemente cerca como para
a obedeciendo cada mandato, siguiendo cada regla, aceptando que mi destino estaba definido. P
de esperanza y temor, como si cada palabra de Amir pu
tienes que elegir entre tus deberes y... y nosotros, si es que eso
el todo alegre, pero que reflejaba
iones, no siempre han sido mías. Y tú eres la primera persona con quien m
mpo, el peso de la realidad que los separaba. Se acercó un poco más a él, incapaz de evitar el impu
ir? -preguntó en voz ba
con una mezcla de deter
porque mi corazón lo dicta, no porque las circunstancias me lo exigen -respondió,
r, apareció en el umbral. Alicia reconoció al hombre al instante: era el padre de Amir, el emir. La autoridad que emanab
hablar -dijo el e
era una señal de fortaleza. Sin embargo, Alicia sintió la incomodidad y el peso de
una invitada especial -dijo Amir, c
mente, aunque su expr
cortesía, aunque sus palabras carecían de cal
mitirle que todo estaría bien. Alicia se quedó en la sala, sintiendo una mezcla de nervios y desazón. Apenas conocía a
se. Finalmente, Amir regresó, con el rostro más serio de lo habitual. Se sentó junto a el
sición. Para él, no hay margen para decisiones personal
alabras le dolían más d
entenderé -dijo, aunque una parte de ella n
cabeza y tomó sus
to recién comienza, y quiero luchar para que tengamos una oportuni
puesto a desafiar las convenciones por ella. Y en ese instante, Alicia sintió que, s