Destinos Cruzados
e que nunca, se retiró a su despacho sin decir una palabra más. Elena, aunque decidida a permanecer a su lado, no pudo evitar que un nudo se formar
as piezas de este rompecabezas que había dado un giro inesperado. ¿Quién podía ser el traidor? ¿Cómo había llegado Villal
ecos de las palabras de Villalobos resonaban en su cabeza: "Hay algo más grande, algo que no puedes imaginar." L
azado con el de Sebastián, que era imposible no seguir adelante. Dio un pas
ebastián. Su rostro, generalmente impas
ó Elena, sin intentar
como si evaluara si debía hab
licando. Hemos encontrado algo. Algo que
de Elena di
trado? -pregunt
a, señalando una carpe
e Villalobos en nuestra empresa, sino que también apunt
otos de reuniones clandestinas, correos electrónicos entre miembros de la empr
? -murmuró. -Esto
e la organización de Sebastián está colaborando con Villalobos. Lo peor es que hemos identifi
e la situación. Todo lo que Sebastián había construido, toda su emp
te, alzando la vista-. ¿Qui
egó con
ue no encaja. El traidor está demasiado cerca de Sebastián, y aún no sabemos s
e su propia casa? Pensó en todos los hombres que rodeaban a Sebastián, en los rostros que había v
hacer? -preguntó, despu
rtar al traidor. Por ahora, lo mejor es que sigas cerca de Sebastián, pero sin mo
nmediato. Pero sabía que Franco tenía razón. Si querían encontrar al culp
-
ir a verlo allí, aunque su ansiedad crecía con cada paso que daba por el largo pasillo. Lo que estaba sucediendo, lo que había descubierto, la estaba ha
n la pantalla de su computadora. A pesar de que su postura era firme, había algo vulnerable en
tó la cabeza al instante y la miró, aunque
? -preguntó,
o en sus propios pensamientos, que le dolió verlo de esa manera. Era como si todo lo que h
lo dijo con la fuerza de la verdad que ha
e levantó de inmediato
ahora con el rostro
do. Mientras la abría, él comenzó a examinar las
rreos electrónicos y documentos de la carpeta. Lo entendió al instante. La traición que había temido estaba
él, aunque no parecía estar enojado con ell
enemos que actuar. Debemos descubrir quién está de
d y desesperación en su rostro. Era como si estuviera agradecido por tenerla a
n de los míos me traicione de esta manera -dijo, con la voz ronca-
, colocándose frente a él.
e aprendido es que, aunque parezca que estamos rodeados de sombras, siempre hay una m
o momento, como si evaluara sus palabr
tiempo para dudas. Vamos
-
ía envuelta en una atmósfera de tensión implacable. Elena sabía que las respuestas estaban cerca,
era que ni Sebastián ni Elena podían controlar. Pero uno de