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Las Cenizas de Nuestro Amor

Capítulo 4 

Palabras:1028    |    Actualizado en: 18/12/2025

o P

ras, cargadas de años de frustración y dolor, me atravesaron como dagas heladas. "¡Hoy er

una horrible claridad. Mi abuelo, el pilar inquebrantable de la familia Serrano

La negación fue mi primera defensa, un muro desesperado cont

a un veneno. "¡Esa mujer te usó! ¡Te manipuló! ¡V

e recorrió la espalda. "¡

taque orquestado, Hugo!" Mi abuelo gritó, la

odos los detalles! ¡Y por su culpa, la madre de Silvana fue torturada y asesinada pr

. Mi mente se negaba a procesar las palabras de mi abuelo. Fabian

rla! ¡Tu hijo, Hugo! ¡Nuestro nieto murió por la ambición desmedida de e

blaba incontrolablemente. La sangre brotó de su b

angre mezclándose en su rostro. "¡Una mujer buena, noble, que nunca te pidió nad

dad. Era un martillo

i abuelo gritó, su voz desgarrada, y luego

ía negar. Me quedé inmóvil, mi cuerpo rígido, mi mente en un caos total. Quería

isipar el horror que se apoderaba de mí. Pero la imagen de Fabiana, su s

escuchado. Estaba temblando, su rostro pálido y sudoroso. Se levantó con dificultad, sus

o mensajes. Mensajes de Fabiana. Conversaciones con hombres desconocidos, nombres encrip

olpe en el estómago. La traición, descarada y cruel, se des

o que mis ojos veían. Pero la evidencia era inneg

ca, me miró con desprecio. "¿Necesitas más pruebas, Hugo?" Me

bre enmascarado. Dinero. Sobres. Un apretón de manos

l video, con la fecha y la hora exacta

... todo se convirtió en un torbellino de veneno. Cada c

al, se grabó en mi retina. Y yo, el estúpido, el ciego, me había

sino la culpa de la ignorancia, de la ceguera. Yo era un cómplice. Un asesin

a presión inmensa en mi pecho, como si un monstruo m

estrépito. Mi cuerpo temblaba incontrolablemente. La cabeza

o, pero la voz me falló. Ya no había neg

o. Había revelado la verdad. Pero la victoria no le trajo alegría,

lido, sus labios se pusieron azules. Una tos seca, desgarradora, le sa

on de par en par, su mirada perdida. Se tambaleó, su

azón latiendo salvajemente en mi pecho. Su cuerpo estaba inerte, su

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