La esposa del doctor
ndo a Ana con cierto interé
pués iremos más tarde a
observó el vestido, solo de mirarlo sabía que no le gustaría ni le quedaría bien
ar. ¿Te molesta si les
s calzoncillos. ¡Que sean rojos ! Me gusta el
no está bien, todo tiene un prec
r nada ni me deberás nada. Lo hago porque qui
cosas, solo estamos aquí para que Tom sea
algo que se gana, no se puede
ro día y me persigues, me llevas al hospital y vuelves a seguirme.
dos dejó escapar una risita por la cara que ella tenía después de escuchar sus palabras.
con su respuesta, a tal punt
d se quitaría con un solo baño, no reconocía mucho su cara al espejo y lo lindo que era su pelo, est
ntía
tica cintura dejaba fuera sus delgadas piernas. No le gustaba para nada. Ella prefería que su cuerpo no llamara la más mínima atención, se movía en un ambie
fuñando un poco por
có la p
se siente raro. - dijo, cuand
ue hacer y no hay nada más que puedas usar. ¿Qué opinas
se, de
unas llamadas y a primera hora tenemos una cita para Tom, un amigo se encargará de atenderlo. Es m
Jake miró los pies descalzos de Ana, ella aunque no andaba descalza
calza, no
ta b
m y bajaron las escale
madre desde el comedor cuando escu
s invitados. - Ellos estaban parados en la entrada del comedor al lado de Jake. Ana sujetó la mano de Tom y lo acercó a ella, aquellas personas no la intimidaban ni un poco pero e
su vestido puesto, cabello húmedo y pies descalzo y al
su madre, sin encontr
e solo
a comprar algunas cosas, vo
so de pie sin haber termina
ón tenía con Jake como para que él la invitara a casa para quedarse cuando todos
ta, solo irem
móvil de pie al
encioso, Tom era el único que de vez
izo Jake fue detenerse en una tienda de calzados que
zapatos que m
muchos zapatos para ti. - Jake sentó al niño en un pequeño sillón y com
los tengo puestos todo el día pero también que me sirvan para inv
rito mucho
so en uno, no puedo
l que más te
de ser uno de los que traías en la
no era por
es... ¿p
o está en forma. - Presumido. -
es zapatillas de correr, pero ningunas eran de su agrado, pues tenían muchos colores y formas demasiados complejas. - Aún n
gustaban, tomó más o menos el número de talla que era ella y se sentó junto a Tom, cuando miró la etiqueta
saba ni porqué ella salía de esa manera. - ¿Que ha pasado? - Le preguntó
vas a comprar unos zapat
ndole seguir. - Podemos comprar los zapatos del pre
patos que valen toda mi com
enza que te vean con alguien como yo, descalza, toda mal vestida y algo esquelética. Estoy aquí porque no quiero ser egoísta con Tom, no quiero que mañana me arrepienta de no haber hecho todo y hasta lo imposible por ayudarlo, si hago esto es por el. No quiero tus regalos caros, tus ropas c
que no me conoces de nada, tampoco te conozco de nada, pero siento hacer esto y quiero hacerlo. No le busques lógica que no se la vas a encontrar, te he presionado mucho el día de hoy, todo ha sido muy repentino, lo lamento. Vayamos a casa. Por favor, sigue siendo mi invitada en casa, no regreses allí. No me moles
ibir las visitas en las noches de los hombres que él enviaba, le asqueaba mucho y sabía que más de una persona la había vis
os zapatos, los que sean, núme
Entró de prisa nuevamente a la tienda de zapatos y elig
y los abrió un poco para facilitar el deslice del pie de ella. - Levanta el pie derecho. - Y así ella lo hizo, él tomó su pie derecho en su mano, la piel se s
caminar de un lado a otro acostumbrándos
a felicidad en el rostro del niño y como su mirada se perdía entre tantos colores y diseños de las ropas