El Color de la Venganza
idad a causa de las influencias de uno de ellos, quien enseguida consiguió los boletos. Posterior a eso caminaron al interior de la
ecían de pie junto a la barra de la discoteca y, observaban el baile de muchas d
er como sus amigas la halaban de los brazos para llevarla a la pista de baile, al parecer ella se negaba. Él se recargó sobre la barra
acompañaban a Paloma, para bailar con ellas, dejando a la morena sola en medio de la pist
s azules profundos, mientras mostraba su blanca dentadura de
talón de mezclilla negro, combinando a la perfección con aquella camiseta blanca de cuello en V, que resaltaban sus firmes pectorales, además que el blazer azul claro le daba un toque sofisticado, pero moderno a la vez;
ilencio, sin poder resistirse a él, empezó a mover su cuer
ima mientras bailaban; ella de vez e
go? -preguntó al momento
o a aceptar bebidas de desconocid
ar -habló con voz seductora Iván-, t
ciones no las había sentido con nadie hasta entonces. Era algo inexplicable la atracción que aquel hombre ejercía sob
-se presentó sonriendo-. Es un verdadero placer conocerte -pr
sus labios y su cuerpo sufrió una fuerte conmoción al sentir una
ratando de reponerse a los estragos que l
l voz. -¡Qué lindo nombre! -exclam
s con sorpresa al darse cuenta de que
-sonrió con
ro de la joven, su tierna y aterciopelada piel lo tenían cautivado; es así que la llev
divirtieron; para Paloma: Iván, era
ana las muchachas se despi
jo Paloma, observando a los ojo
os que volver a vernos - comentó él, sacando s
as sus amigas la llevaban a la fuerza hasta la salida-. B
o en su memoria lo últi
se rápido al auto de Paúl, su compañero, qu
a. -¡Paloma Borrero, aquel hombre e
ar por las ventanas, mientras en su mente imaginaba toda una
o, educado -suspiró la jove
ió Rosalía-. Caras vemo
da-, los hombres como él, no toman en serio a ch
rágil, apenas era una niña, que estaba entrando en la etapa adulta, mientras él ya era un hombre hecho y derecho como se decía, a sus treinta años había logrado incrementar la cuantiosa fortu
**
ías d
exteriores de la facultad de medicina, buscando a sus amigas, sin e
rmes pectorales y sus fuertes brazos, jadeó un suspiro al verlo enfundado en aquella camisa celeste claro y esos pantalones grises. La vista de ella se desvió a su at
rosas rojas; ella abrió sus ojos negros co
os mechones de cabello del rostro de Paloma, quién sint
mientras percibía el aroma de las flor
invitart
miró con
o-, no estoy presentable -señaló su atuendo, mordiendo
o problema con eso -dij
o ropa elegante -
eocupes -
universidad a quitarse el traje que llevaba encima de su habitual atuendo; lo
, debes tener cuidado» se
a camiseta blanca, tenis del mismo color, se observó al espejo y
mbre confía en él»
aba con lentitud hacía él, quién permanecía
lista! -
da de la jovencita, quien era alta, hermosa, muy natural,
ndió, esbozan
rtible gris de Iván, quien como todo un caballero le abri
idad por favor -aconsejó una vez qu
n muy cerca, Iván inclinó su mirada a los carnosos y sensuales labios de la joven, n
nas, tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no
alpitaba con fuerza, ella tambié
ncendió su vehículo y colocó música: «
ías, en la razón de la melancolía, de esta tarde, en la que basta con que
nriendo también-. Mi pasión es el piano -co
ento le acariciaba la cara, y disfrutaba de la
ivo, sin embargo, no deseaba incomodarla, así que prefirió un sitio menos elegante, pero a la vez confortable e í
pizza ¿O eres de l
ra, mientras Iván la observaba hechizado,
met que ustedes los millonarios acostumbran,
tó una carcajada ante e
respondió, lade
lir, entonces extendió su mano hacia Paloma, al momento que sus
ía como una jovencita que apenas conocía
l le inspiraba era nuevo, desconocido, le d
lavó en las grandes paredes de ladrillo visto que se elevaban hasta el techo cuyas vigas de madera cruzaban de manera triangular de extremo a extrem
n mantel vino de fondo y uno blanco encim
volvía el ambiente; entonces un
irió el vino, además de solicitar alitas en salsa
loma, le comentaba de sus sueños, de convertirse en una gran pediatra y de cómo
detalles sobre la vida privada de Alain, pues al joven pintor no le gust
**
desp
sombrero y tomaba asiento en uno de los sillones del lobby del hotel
lar galanteo se acerc
rva en la suit
quién? -aver
respondió, presio
onces le entregó a Alain, la tarjeta, él sonrió ag
de tiempo sus labios se unieron en besos desenfrenados, así como las caricias no se hi
cho tiempo -su
dose a ella, para tomarla en sus
mbelesado por su particular belleza, enseguida la cubrió con s
edes de esa cómoda y amplia habitación de aquel lujoso hotel; sus cuerpos bañ
ella cabalgaba sobre él, agitando su negro cabello,
-jadeó
ti -aseg
ca danza de sus caderas, alcanzand
o sobre el pecho de Alain,
onmigo -p
su mirada lle
en serio? -
de compromiso y una propuesta formal -respondió, entonces tomó de la bar
nfirmó ella, se abraz
*
capítulo. No olviden dejar
desde