Cassiopeía Orwell y la piedra filosofal
transcurrido diez años desde que Regulus Black la había dejado a cargo de uno de sus mejores amigos, aunque esto, ella claramente no lo sabía. Porque para el resto d
rte, ella misma entraría a dicho colegio ese mismo año. La fecha era 19 de Junio de 1991, esté día en específico era muy especial; ya que era el cumpleaños número once de la pequeña Cassiopeía Snape. Y que gracias a
icos brillando cuál faroles navideños-, ¿Cómo es el Callejón Diag
a estaba a punto de sufrir un ataque respiratorio-. T
en el campo de entrenamiento del castillo con la escoba. Cassiopeía salió de su pavor cuando su padre, que no se le conocía por ser un hombre tan paciente y seguramente, verla tener un momento tan gryffindor le daba migraña. Se recompuso y tomó los regalos que le ofrecía su padre. Cuando le quitó el papel al primero, revelando a una Firebo
y tomó el sobre entre sus tem
is Orwell Drak
mer piso, bajo el
morada del Maestro Po
ARTS DE MAGI
Percival Wulfric
, Primera Clase,
de
Sup
n Internacio
ita Orwell-Dra
aza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por fa
mienzan el 1
echuza antes d
rdialm
a McGo
irec
le mentiría. Él la amaba y siempre le decía la verdad, por más dura que está fuera. Sus ojos azules eléctricos se alzaron hacía el homb
table-. Iba a decirte la verdad cuando cumplieras los diecisiete, pero con la llegada de
avos reales de su tío Lucius Malfoy junto a su primo Draco, en el jardín de dicha familia. Nadie pensaría que esa niña que tenía un episodio de magia accidental, era la que lloraba
us Snape, con nerviosismo en su voz-. Cassiopeía Or
pe al ver a Cassiopeía Orwell a punto de explotar, parecía que la niña no lo escuchaba. Las cosas dentro de la casa empezaron a levitar a su alrededor, Severus Snape le supl
us Snape, apuntando a l
raparla entre sus brazos y le cargo hasta el piso de
beso sobre la frente, mientras corr
nto, Cas
la puerta-. Lo hice por tú bien,
jando a la niña desmayada en su cómoda cama. Pen
tenías esa edad, Cygs-dice Sn
iopeía era y siempre sería la verdadera heredera de Slytherin. Y nadie, ni siquiera Dumbledore o el Señor Tenebroso, podían cambiar eso. Dejo a la niña en la habitación, sin saber está que su destino era mucho más grande lo que ella m
☆☆☆
ente diez años desde el d
a su sobrino en la puert
levaba en los mismos jardincitos, iluminaba el n
era casi exactamente el
de hacía diez años. Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimo
con gorros de diferentes colores, pero Dudley Durs
ando su primera bicicleta, en un tiovivo en la fer
La habitación no ofrecía
a allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por
a era el prime
¡A levantar
n sobresalto. Su tía ll
irección a la cocina, y después el roce de la sartén
ito. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa s
olvió a
levantado?
respond
Y no te atrevas a dejar que se queme. Quiero que
y gi
has di
esde el otro la
a, n
ó lentamente y comenzó a buscar sus calcetines. Encontró un par debajo d
r y entró en la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Dudley. Parecía que éste había conseguido el ordenador nuevo que quería, por no
jercicio, excepto si conll
atraparlo muy a menudo. Aunque no lo parecía, Harry era muy rápido. T
flaco y muy bajo para su
oda la ropa que llevaba eran prendas viejas de Dud
r verde brillante. Llevaba gafas redondas siempre pegadas con cinta adhesiv
a era aquella pequeña cicatriz en la frente, con
daba haber preguntado a su tía Pe
de coche donde tu
a dic
as pre
ar si se quería vivir una vida tranquila con los Dursley. Tío Vern
bramó como s
que Harry necesitaba un corte de pelo. A Harry le habían cortado más veces
la manera, por todos lados. Harry estaba friendo
ía una cara grande y rosada, poco cuello, ojos p
cía a menudo que Dudley parecía un angelito. Har
mesa los platos con huevos
o. Entretanto, Dudley co
sombr
do a su madre y a su padre-.
lo de tía Marge. Mira, está deba
iete entonces -dijo Du
venir un gran berrinc
más rápido posible, p
intió el peligro, por
ando salgamos hoy. ¿Qué te parece, pich
Parecía un trabajo difícil para
dré treinta y
y nueve,
tía P
nte en su silla y cogió el regalo
n rió ent
que vale, igual que su padre. ¡Bravo, Dud
esembalando la bicicleta de carreras, la filmadora, el avión con control remoto, dieciséis juegos nuevos para el ordenado
noticia
ado una pierna. No puede cuidarlo. -
amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vi
ni
ra qué
ía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordab
llamar
ió tío
Vernon, ella no
ella manera, como si no estuviera allí, o más bi
algo así co
... tu amiga... cómo
n Mallorca -respondió
dejarm
speranzad
isión, para variar, y tal vez incluso
ó como si se hubie
ntrar la casa en
casa -dijo Harry, pe
oológico -dijo en voz baja tía Pet
evo, no se qued
gritos. En realidad no l
retorcía la cara y gritaba, su madre
llores, mamá no dejará q
exclamó, a
que... él venga! -exclam
do! -Le hizo una mueca burlona a H
, sonó el timb
s, ya est
, un momento más tarde, el mejor amigo
dr
cho con cara de rata. Er
dley les pegaba. Dudley suspendió su fingido llanto de inmediato.
y, junto con Piers y Dudley, camino del zoológico po
ero antes de salir tío Ver
cercando su rostro grand
o: cualquier cosa rara, lo
a hasta l
nada-dijo Harr
n no le creía.
extrañas cerca de Harry y no conseguía nada
etunia, cansada de qu
dejó «para ocultar la horrible cicatriz». Dudley se rió como un tonto, burlándose de Harry, que pasó la noche sin dormir imaginando
e antes de que su tía lo cortara. Como castigo, lo encerraron en la alacen
ntro de un repugnante jersey viejo de Dudley (marrón, con manchas anaranjadas). Cuan
ado como un guante a una
bía de haberse encogido
rry no fue
nido un problema terribl
Dudley lo perseguía como de costumbre cuando, t
ibieron una carta amenazadora de la directora de
. Pero lo único que tratab
cena) fue saltar los grandes cubos que estaban det
salto. Pero aquel día nada iba a salir
lón de la señora Figg, con su olor a repollo. Mientras conducía, tío Vernon se quejaba a tía
favoritos. Aquella mañan
o locos esos gamberros -
delan
oto -dijo Harry recordando
ue iba delante del suyo. Se dio la v
OTOS NO
a remolacha con bigotes. Dudley
acen -dijo Harry-.
sley aún más que las preguntas que Harry hacía, era que hablara de cual
. Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de chocolate en la entrada, y luego, como la sonriente señora del puesto preguntó a Harry
ba la cabeza y se parecía notableme
ucho tiempo. Tuvo cuidado de andar un poco alej
cercaba la hora de comer, no empezaran a practicar
lógico, y cuando Dudley t
o y Harry tuvo permiso para terminar el primero. Más tarde, Harry pe
largo de las paredes. Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se des
ey encontró rápidamente la serpiente más grande. P
r ganas. En realidad, estaba profundamente dormida. Dudley permaneció c
ueva -le exig
l vidrio, pero la s
nuevo -ord
os nudillos, pero el an
quejó Dudley. Se alejó
al vidrio y miró inten
i
ro, sin duda se habría m
de gente estúpida golpean
e tener por dormitorio u
la puerta para despertarlo: al menos,
y lentamente, levantó la cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel de los de Harry.
ó de nuevo a la serpiente y también le guiñó un ojo. La serpiente
rigió a Harry una mirad
esto cons
través del vidrio, aun
era oírlo-. Debe de s
e asintió v
e dónde vienes?
el pequeño cartel que había cerca d
strictor
bonito
con la cola y Harry leyó: «Este es
tonces nunca has
la cabeza, un grito ensordecedo
URSLEY! ¡VENGAN A
EER LO QUE E
ontoneándose, lo m
dijo, golpeando a Ha
fue tan rápido que nadie supo cómo había pasado: Piers y Dudley estaban inclinado
e quedó boquiabierto:
el momento se arrastraba por el suelo. Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia l
á voy... Gra
ptiles se encontraba t
. ¿y el
Adónde ha id
se disculpaba una y otra vez. Piers y Dudley no dejaban de quejarse. Por lo que Harry había visto, la
do en la pierna, mientras Piers juraba que había intentado estrangularlo.
ba hablando. ¿
sta que Piers se hub
Estaba tan enfadado q
o decir, antes de desplomarse en una silla. Tí
No sabía qué hora era y no podía estar seguro de que los Dursley estuvieran dormidos.
años desgraciados, hasta donde podía acordarse,
ar haber estado en el coche cuando sus padres mu
pago cegador de luz verde y un dolor como el de una quemadura en su frente
sus padres. Sus tíos nunca hablaban de ellos y, por
uando era más pequeño, Harry soñab
rlo para llevárselo, pe
lia. Pero a veces pensaba
onocieran. Eran desconocidos muy extraños. Un hombrecito con un sombrero vi
re, tía Petunia se los había llevado de la tienda
bía saludado alegremente en un autobús. Un hombre
alle y se había alejado si
te era la forma en que p
Harry trataba
que el grupo de Dudley odiaba a aquel extraño Har
o gran relato, las vidas de ambos niños, protagonistas de nuestra historia; estaban