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Mi primera vez

Capítulo 4 AMIGOS - III PARTE

Palabras:1173    |    Actualizado en: 22/11/2021

nsar, que quizás estén vivie

ente feliz, enamorada, casada, con hijos y una casa con un gran jardín, con un perro, un lobo

destrozó mi corazón en mil pedazos, y no comprend

ten las llamas gemelas, y según explican,

para mí, si mi llama o mi alma, pero lo que sí sé con certeza, es que s

no me quejo! – En lo absoluto, fue una de las mejores cosas que me han pasado, más, sin embargo, lo irónico de

a que puede revolver mis pensamientos, cambiar mi temperatura corporal y causarme incluso los nervios qu

¡H

ieto por unos segundos, y aunque me juré que ya no sería igual, la v

rencia es que ahora, él estaba casado y mucho más lejos de lo que imaginaba. La vida se había encargado de separarnos nuevamente, no solo

o que él ahora hacía por allá en su vida nueva de casado, y como yo ahora me desempeñaba laborando en mi área d

nversación? De verdad quer

ás ahora eso no hubiese cambiado en nada, quizás todo sería exactamente igual de haber aceptado, porque no puedo o no quiero cr

n de morir definitivamente, no obstante mayor fue mi sorpresa cuando llegó ese mensaje – En unos días me regresó – y f

poco más subidos de tono como solíamos hacerlo antes y claro estaba, qu

ente no sabía qué hacer, pero ese día no dejé que mi mente tomara el control, estúpidamente dejé de nuevo al corazón hacerlo, y cuando me di cu

espaldas hacia él, sintiendo su cuerpo pesado y caliente sobre el mío, penetrándome suavemente mientras su respiración agitada y fuerte se adentraba en mi piel, e

es que efectivamen

os introducidos dentro de mí, que me hacían gritar y pedir a gritos que me penetrara, que me hiciera el amor como solo él, sabía hacerlo... y de pronto podía sentir su miembro firme y duro dentro de m

, hicimos el amor todo el día, y a

otro país. Siempre supe que no duraría, pero admito que disfruté cada uno de esos días como nunca lo había hecho, él me había dicho que pensaba solo en divorciarse y c

nte de su vida, casarse. Ese día cuestioné a Dios, y me cuestioné a mi misma por seguir siendo tan débil ante él, pero no entendía cómo es que no me dejé nu

dole a la pared, y llorándole a la almohada, y cuando me di cuenta no era solo

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