La Pareja Misteriosa del Alfa
vista d
ba en el césped junto a otras de la manada en un pícnic. Tiraron con descuido todos los des
haberlo hecho por sí mismas como era debido. Pero no, por supuesto, no lo harían porque había una humild
lo que mi espalda y mi cintura ya estaban muy adoloridas. Con un profundo suspiro, tomé una escoba y me acerqué para
la hierba? Aquí es muy difícil barrer". Apreté los dient
". La malvada loba cruzó las piernas con indiferencia y escupió
miró con un gesto burlón. "Oh, no le prestes atención a lo que dice. Ni siquie
uy molesta, mientras dejaba caer la e
na de las lobas, quien luego se levantó, me bloqueó el paso y me arro
basura! ¡Si no, le diré al Al
yo era solo una huérfana, a quien la manada de la Luna Negra había adoptado. No era más que una esclava, sin ningún otro estatus. Todos los de
ctiva de
como para otros, por lo que mi existencia era una desgracia en sí misma. Los híbridos eran seres muy poderosos y esto representaba u
mago amigo suyo en quien confiaban ciegamente, que lanzara un hechizo para ocultar mi línea
abía rodeado nuestra casa junto con otros hombres lobo. Mientras mi padre trataba de luchar contra ellos en el salón, mi madre me tomó de la mano y me condujo hacia un pasadizo secreto. Yo lloraba y rogab
lo que eres, incluso más de lo que puedas imaginar, pero tienes que ser fuerte. Un día, te convertirás en una híbrida muy poderosa, al punto de ser capaz de cambi
abeza y no pudo decir nada más. Con lágrimas en los ojos, me envolvió en un último abra
ahora. Intentaremos alc
ventana, observé como los Alfas lograron someter a mis padres y los empujaron al centro del salón. Todos llevaban máscaras y algunos miraban vacilantes a la pareja, co
mamá y papá cayeron sin fuerzas al suelo y
l más mínimo ruido, pero tenía que irme en ese preciso instante. Con lágrimas aún corriendo por mi rostro, di un paso atrás
lpeé, pero cada vez que me caía, apretaba los dientes y volvía a levantarme de inmediato. A pesar del dolor que torturaba tanto mi cuerpo como mi alma, tuve que seguir corriendo. No sabría decir por cuánto tiempo estuve
al suelo, pero en esta ocas
e encontré en la mana
a retros
a que algún día se harían realidad. Sin embargo, habían pasado seis años desde que lo dijo,
ban máscaras entonces, no pude reconocerlos. No sabía cómo vengar a mis amados padres. Aunque, de todos modos, todavía tenía que alcan
tido en un auténtico infierno. Más tarde me di cuenta de que la persona que me acogió e
dejó vivir en su casa, pero en verda
s me pude acomodar. Me asignaron todas las labores domésticas y siempre me decían que debía consider
ía que ninguna deuda de gratitud podía convencer a alguien de vivir felizmente una vida tan miserable
a que todas se fueran antes de recoger las cáscaras que habían tirado en el cé
ndo por allí. Siempre andaba con aire orgulloso, como si no hubiera nada que mereciera su preciosa atención. Yo había colocado el balde de agua su
doro. Inmediatamente saltó al suelo seco y compro
lo si
lo volví a colocar e
a lo suficientemente grande, así que era imposible no notarlo. Teodoro debería haberlo visto a una milla de distancia, pero sa
el ceño con disgusto. No estalló en un ataque de ira ni me golpeó. Solo era una
to", ordenó con impaciencia. Luego se dio la vuelta y se fue
porche, lleno de agua sucia. Calculé que demoraría más de una hora en
o. Bruno era el hijo de Teodoro, el futuro Alfa de la manada de la Luna Neg
e, como era el hijo del Alfa, no se le permitía pasar mucho tiempo conmigo, seguía siendo mi único compañero de juegos en ese entonces.
la Luna nos emparejara y que fuéramos compañeros para toda la vida, pero si eso no lo
ho, fue una de las principales razones por las que me quedé aquí. A pesar de la discriminación que tuve que sufrir pues todos me consideraban una humilde hu
al amor de mi vida. Pensar en él definitivamente alivió
incón noté algo reluciente. Por curiosidad, me acerqué un poco más y vi un br
onocí que este era el regalo que yo le había
entes colores del río. Trabajé para esmerilarlas, perforarlas y pulirlas cuidadosamente hasta que logré ensartarlas en una elegante pulsera. Aunque mis manos sufri
odo este tiempo, acumulando polvo en un rincón. Él siempre había sido descuidado con sus pertenencia
y me dije que se lo devolvería a su
más ta
igí a la sala de reuniones. Los invitados come
cenario, frente a todos los asistentes. Parecía que iban a anun
La Diosa de la Luna finalmente ha dispuesto que mi hijo Bruno García y Silvia Pérez, hija del Alfa Thomas Pérez, sean una pareja. Pronto celebrarem