Alfa Helena
ajo, sin ningún tipo de vergüenza ni reparo. Pero quién se cree que
haberse dado cuenta de la situación. Se posicióna delante de mi, proteg
Pero no puedo, no puedo, ni siquiera pensar en él como mi compañero. De entre todas las almas la D
a maldita brom
co más, mi padre se pone
se estremezca pero no de dolor, ni si quiera de miedo. Es más bien otr
elo. Dice mi padre muy enfadado, nunca lo había visto así. A Belfegor parece no importarle niguna de
rponer. Por mucho que le moleste. Pero tranquilo, no me la voy a
ostura pero no demasiado. Belfegor vuelve su
o en aquel claro, por el bien d
o de mi cabeza, no le he visto abrir la boca, pero eso
a, su sitio es cerca de ese maldito de Belfegor, solo pensar en su nombre y mis piernas t
de ese maldito me está volviendo loc
tá en otro sitio, no puedo apartar la mirada de ese cuerpo, de esos músculos, de esos
pretan sus manos. Mi padre habla con alguno de los miembros del Con
a a mi, veo en su rostro el disgusto plasmado. Yo s
sigue, veo como sus palabras se atoran, una lágrima cae por su mej
que he querido, nadie me ha obligado. Se sienta a mi lado, noto como se empieza
do, escuchas lo que tenga que decir, o la segunda nos vamos y el acu
ntado todo lo imaginable pero esos malditos del
oísta la guerra no terminara nunca. Tengo que ser madura, tengo que tomar decisiones por mi mis
o la mejor de mis sonrisas y me dirijo haci
esas miradas clavadas sobre mi espalda solo me caus
no es lo peor también puedo notar alguna mirada
mi, mis pies pesan y a cada metro que recor
llos han sufrido tanto y no por eso se han quedado pa
a mi padre en la lejanía aún así puedo notar su preocupación. Si tan sol
os tenemos la habilidad de comunicarnos con otros
bien solo c
amo pequeña, te e
er tan difícil? El aroma llega desde mi espalda, mi co
a un lametón sobre mi cuello y un suave mordisco sobre el
go que pensar en algo, pero como? Si lo único que