La compañera del Alfa
conductor, dejando que la ayudara a entr
a espera
to con la cabeza al conduct
asi
e -respondió Lacey, cruzando las manos sobre su r
de Julien
or la ventana-. Necesitabas desp
én miró por
acerte un
de la noche anterior
te de mi propia fiest
sus
resolver a
guntó ella, verda
arte obediencia, por ejemplo.
rías haberte comprado uno. -Ella levantó
n momento y lueg
y volvió a centrar su atención en la ventana. Además, pensó que escogería y elegiría sus arg
ención... -comenzó, girándo
y los volvió a abrir,
pasa,
o de Lacey respondió, deseándolo más allá de toda razón. Por algun
escapar un profund
egó con
-Ella le dio un momento par
a corrigió, in
. Tengo algunas reglas que me gustaría repasa
Lacey se leva
egl
aramente disfruta
de
s de la
beza de un lado a otro-. M
el pecho, esperando a que continuara. S
rás la voz... nunca... y trataré d
er
la mano, de
ía que me dej
ey miró por
hombres, y eso incluye esta
y su
nsiderando que el cincuenta por ciento
uste
la mano, int
a, no hablar con los hombres sería... -ella movió la cabeza de un lado a otr
en-. Estas son las reglas. Si
omo una colegiala, fingien
estalló nuevam
el sarcas
¡Regla n
ió dulc
número 4. No seas un
ede ser
en s
l menos l
encogió d
es un dolor
a comisura de sus labios
eces supong
vantó u
unas
n sus
detén el auto. Neces
etuvo rápidamente, al igu
lió. Caminó bajo los árboles, contemplando la vista. Una majestuosa
nte, la mujer pelirroja de su manada saltó de su auto y corrió
e y caminó hacia su pareja, su ser l
a la mujer, mira
ofundo del pecho de la mujer, pero ella
cia otro lado,
que quieres de mí? ¿Por q
no estás ena
vuelta c
arreglo, pero ahora... -Cambió el
ja: -Julien, s
vuelta para mirarla, su
do los brazos-. Créeme, no puedes tratarme peor de lo que mi propia familia me ha tratado du
s años a merced de su loca familia, los años de sentir vergüe
ien la abrazó por det
etrás de ti ahora. -Luego besó su cuello, una vez más, excitando a su ser l
con el pulgar. Entonces sus labios descendieron sobre los de
ás un momento des
n la cabeza hacia el coche-. Podemos di
mas frescas corrían por sus mejillas-. Acabo de salir de la casa
ntenerte a salvo... y p
do que hablaba comp
ejó caer sus manos-- Si lo haces, te mataré sin pensarl
estar enojada. Aunque cada fibra de su ser le decía que corriera, tenía que
lien? ¿Quién te r
epente se vol
e. Ahora eres mía. Y soy
una palabra más, se dirigió de nuevo a la limusina,