El arte de fingir
trabajo fue
con ansias ver acabada y entre tanto documento que fui moviendo, se me traspapelaron los que me había dado aquel e
prestando más atenció
la misma deprimente
ue estaba en ese tipo de momento en el que esperas que al menos u
do a una de las conclusiones a las que había llegado Nuria cuando expuso s
", para luego salir corriendo, había m
deseada que mi propio marido que me tenía al alcance de su mano y no se motivaba a tocarme. Si lo hacía, era tan banal lo que compartíamos
o desde el momento exacto en que
lgo para lo que aún no estaba lista, pero si había estado recibiendo mensajes de un número privado q
s mensajes siempre con una sonrisa, no me atrevía a entrar
lo, ya est
ntí desde el piso de abajo a mi marido
a la tina, para darme un baño de espuma con una
ante las ocurrencias que tenia y a veces suspiraba por la manera hermosa que tenía de desearme unos buenos días
ynh
le la oportunidad de demostrar que me veía y podía llegar a desearme aún, salí de la tina, dejando el móvil en el suelo y caminé en punta de pi
mal hecha y cuando tropezó con mi espalda baja mojada y
ios mí
reer lo que e
era quien estaba en nuestra habitaci
e quedé inmóvil, sin saber que hacer ni sen
ponerse duros y sus ojos no dejaron escapar la oportunidad de mirarlos. Mis manos fueron al
, que no pude más que sentir como él vino hasta mí y me abrazó con su propio cuerpo, sentí que me cubrió
tra el otro y mis ojos no podían dejar de ver los dientes de Sergio clavados en sus labios y sentir su frente sobre la mía -te envié u
, más bien durísima de nuestro amigo contra mí, y no podía juzgarlo cuando sentía palpitar mi centro po
z saliera firme, a pesar de estar desnuda entre los grado
r el suelo y joder... resbalar por
ormente acomodó sus palmas a los lados de mi cabeza, contra la puerta mientras yo me aferraba con las dos manos a la sábana que él había
ete nada preciosa, sabes que te quiero y esto... -se detuvo y pude notar que le costaba hablar, estaba avergonzado
da en las sensaciones inesperadas que me habían embargado, l
!-le dije r
la mía sin querer
gas. Te lo supl
a la mía mientras sus ojos navegaban en el océano ansioso de mi mirada y sintien