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RECUPERÁNDOLOS

Capítulo 5 NUESTRA HISTORIA

Palabras:1347    |    Actualizado en: 20/04/2022

hijo pues, aunque yo no quería ir,

taba que vomitaba casa. Diego brincó en el sillón diciend

ntimientos que no podía contener. Así que, en la noche, mientras veía a mi hijo dormir a mi

SHB

e dignó a pedir una disculpa siquiera, mucho menos a hacerse cargo de nosotras. Irremediablemente, tras conocer al peor s

ar, mi abuela era cocinera y mi abuelo jardinero. Yo conocí a Fabián cuando cumplí quinc

lado. Y, aunque a los padres de ese adolescente mimado y rico no les gustaba la idea de que él y yo estuviéramos juntos, y aunque mis a

taba divirtiendo conmigo, aunque eso l

ada, y cuando sus padres se enteraron me encerraron donde nadie pudiera verme, donde nadie pudiera enterarse de nada; entonces, cuando L

acer; pues, además, yo ya no contaba con el apoyo de mis abuelos. Aunque, despué

atal. Allí renté un departamento pequeño, conseguí un empleo a medio tiempo, terminé el bachillerato e ingresé a la unive

a profesional, todo parecía ir bien para mí, y aun

ncieramente, dos años después de que me fui de mi ciudad natal, con un poco de valor, regresé a

abía perdido. Regresé a enterarme de que mi abuela acaba de morir. Esa vez lloré

alguna vez habría podido abogar por mi ante ese cascarrabias orgulloso que era mi

tido, y me encontré con algo realmente inesperado: había un pequeño

lo llevé al hospital y me hice cargo del pequeño en lo que servicio social decidía qué pas

ntía más sola, y él consiguió alguien que lo amara tanto que estaba

anas pasaron y nadie reportaba la desaparición de un niñ

o tuve que pensar, de pronto parecía ser nuestro destino terminar juntos, pues ese niño tenía

el niño, más que adoptarlo, lo registré como hijo mío, así, legalmente, Diego se convi

E FLA

ndo sonó el despertador, y dos hicim

io, desperezándome un poco, y fui al baño donde lavé mi cara antes de bajar a la cocina pa

espalda de mi dormido hijo-, se

la cobija y haciéndome sonreír-. Di que estoy enferm

lo creo, anda, arriba -ped

ado en la cama, mientras no podía manten

lar cobijas y dejándolas lejos de la ca

eclamó mi amado bebé

me a la cama, con la intensión de ayudarle a v

do esa expresión de pillo que me

eté y él hizo un sonido de emo

olegio, quedando en que iría a la salida por él; después de eso yo fui al hospital, yo era médico, específicamente, pediatra. Había dec

xterno, que, gracias al cielo, no eran tantos; así, pasado el mediodía, caminé fuera del consultorio y llegué

ncia en urgencias -se escuchó en el

ternamente porque el doctor Mirro al que solicitaban no fuera Fabián Mirro. Pero, al parecer, a q

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