¿QUIERES SER MI MAMÁ?
cía, "tal vez de un sueño" pensó hasta que giró su cuerpo y puso la mirada c
ese camino de tierra que le llevaría a borde de carret
ciudad, por los trabajos de las personas de la
in saber si debía asustarse o si debía m
ntrarse con esa joven con quien había compartido su c
Airam al hombre que, desde que le habló por primera vez en aquella f
cia -señaló el hombre divertido-, p
ó la joven de cabello recogido y de apariencia nada destacable comparada co
e sintió la conocía a verla caminar frente a él
mbre, sonriente-. ¿Qué haces acá
la chica sin pensarlo, y cuando se dio cuenta de que no necesitaba responde
esa actitud medio cortan
hombre cuyo carro había estado parado por un rato a media vereda,
que parecía insistir en relacionarse con ella-; pero a mí no me gusta que me violenten por zo
e onda a Airam, que miró a ese
hombre y Airam sintió que un enor
la culpa, así que saber soltero a ese hom
ernando-, solo somos ella y yo; así que puedes su
reer en ese hombre, todo por el bienestar de su conci
zó a caminar de nuevo, igual que el carro que comenzó a ir a su
e el camión tarda mucho en pasar. Además, es peligroso que estés a
volvió a reír con fuerza-. Además, si alguien me ofrece dinero por s
, de esas en las que la verdad se asoma, y
qué te parecen cincuenta dól
su necesidad, así que reaccionó a la oferta de ese hombre
rfecta para negarse y a sí misma una razón válida para denig
ces tendrá que ser en el auto, porque iba
esitaba ese dinero y que no era tan malo pues, al fin y al cabo, ella ya se había acostado con él
s urgente: el dinero-, pero que quede claro que n
morena rodear su auto para sub
on ese nerviosismo que incluso él sentía al estar por
ierta y avanzó un par de kilómetros, entonces entró por una brecha y se estacionó debajo de un á
auró en su vientre bajo, además de que sintió cómo su corazón comenzaba a latir lento y fuert
ca que miraba a todos lados, como cerciorándose de que nadie los estab
tió, tomando una gran bocanada de aire para ganar valor y
traron en el centro, entonces Fernando tomó con delicadeza el rostro d
un respingo por la sorpresa, pero, conforme profu
asiento, y la mujer a su lado hizo lo que él pidió: se subió a horcajada
-aseguró el hombre, pero Airam ten
ó la morena, con la voz bajita y entrecor
ando su cuello, ella relajó sus piernas, apoyando su peso completo al sentarse
o y se sumergieron en el placer que les nublaba la razón c
ue tenía la chica cada que un gemido se le escapaba, entonces se paralizaba mient
placer y esos dulces gemidos que la joven emitía, por
isfrutaba por segunda vez del cuerpo de esa mujer y que, si hubiese conducido medi
traían compartiéndole el placer al hombre que la había hecho de nuevo su mujer, entonces sintió caer so
ldo del sillón, en que sabrá el cielo cuándo se había hincado o cuándo había recostado a la jove
ropa para dejar el auto; y la joven, tras asentir, se
ó de vestirse y se devolvió al asiento delantero, muriéndose de la v
menos relajada se sentía, eso sin contar que, gracias a él, por un rato se había olvidad
n de aves desconocidas cantando, cerró los ojos por un momento hasta que la
mbién-. Pásame tu número de cuenta, te depositaré.
derle compartir los datos de su cuenta bancaria-, puedes dej
ole coquetamente-, no te dejé en condicion
Así que terminó por aceptar. Y así, tras un pago que a uno no le supo a nada y la otra sintió medio desagradable, ambos v